El orden de los factores si altera el producto es que la felicidad no la proporciona ni el poder adquisitivo y ni el consumismo, sino redefinir nuestras necesidades para asegurarnos una mejor calidad de vida. La filosofía del decrecimiento se centra en el progreso personal, mas que en el desarrollo puramente económico de los países.
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Para el economista australiano Clive Hamilton, autor de El Fetiche del Crecimiento, el dilema al que debemos enfrentamos es potenciar una sociedad materialmente rica e infeliz o iniciar el cambio hacia una mas austera pero también mas plena.
Según Carlos Taibo, profesor de Ciencias Políticas la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) el decrecentismo no es una utopía, ya que lo utópico es precisamente lo contrario, creer que es viable vivir cada vez con mas y mas en un planeta finito.
Dejar de sobrevalorar el crecimiento económico. Aprender a vivir gastando menos dinero y recursos naturales. Escapar de la esclavitud del trabajo, el dinero y el derroche, que no trae mas felicidad, sino mas estrés y problemas físicos como la obesidad. Volver a la vida sencilla y cultivar la austeridad…. .
Se trata de una utopía, una concepción del mundo tan idealizada como difícil de llevar a la realidad? Para los seguidores del decrecimiento, una línea de pensamiento surgida en la década de 1970 y cada vez mas en auge debido a la crisis económica mundial, lo utópico es lo contrario, o sea creer que es viable vivir cada vez gastando mas y mas en un planeta con recursos finitos.
Los teóricos del decrecimiento, también llamado decrecentismo, lo definen como una corriente social que advierte que en los países ricos no hace falta crecer mas, sino entrar en un periodo de contracción económica voluntaria que sirva para repensar las necesidades humanas reales y para construir una sociedad mas justa, mas participativa y ecológicamente sostenible.
Para el profesor de Biología y Geología, Daniel Lípez Marijuan, es muy difícil en los tiempos de consumismo desaforado y obsesión por el enriquecimiento personal abogar por un modelo de desarrollo que pivote en no seguir creciendo, mantener hábitos austeros y ralentizar el ritmo asfixiante de expolio de la naturaleza.
No obstante, cada 25 años la economía mundial se duplica, si no terminamos con esa idea de crecer sin parar acabaremos con el planeta; este sistema es insostenible, señala este activista por el medio ambiente, miembro de ‘Ecologistas en Acción’, para quien el consumo compulsivo de bienes es la causa principal de la degradación ambiental.
Clive Hamilton, en su libro El Fetiche del Crecimiento, nos desvela el dilema al que debemos enfrentarnos: potenciar una sociedad materialmente rica e infeliz o iniciar el cambio hacia una mas austera pero también mas plena, señala Lípez Marijuan, en la revista especializada El Ecologista.
Según este experto, una bioeconomía significaría un descenso de la tasa de crecimiento económico tal como se mide en la actualidad y con el tiempo una tasa negativa. Es empezar a diseñar una sociedad post-crecimiento. Es la única formula de garantizar la perdurabilidad de los sistemas naturales y el disfrute de la calidad de vida consumir menos, trabajar menos y adoptar un ritmo mas pausado, son la clave del bienestar. Si a
esto le sumamos el compartir bienes y servicios, tenemos la clave de la equidad: promover la calidad de la vida social e individual, en vez de rendirse a las demandas del mercado, señala el ecologista.
GASTAR MENOS VIVIENDO MEJOR?
El profesor López Marijuan propone aplicar la alternativa decreciente al 20 por ciento de la población que explota el 80 por ciento de los recursos naturales del planeta, mientras que los países pobres deberían crecer y desarrollarse, con ayuda internacional y asistencia tecnológica.
Los países emergentes (China, India, Brasil) deberían cambiar su modelo de desarrollo, que se basa en un trafico motorizado creciente, la urbanización incontrolada, la sobreexplotación de combustibles fusiles y las infraestructuras colosales, señala.
Algunos sectores productivos y procesos que deberían decrecer son: construcción inmobiliaria, cemento, automóviles, armamentos, tarjetas de crédito, autopistas, túneles y viaductos, grandes superficies comerciales, viajes a larga distancia, aparatos eléctricos y electrónicos de consumo, cosméticos, ropa
Se trata de ganar menos y consumir menos, compartiendo recursos. Es una utopía, pero la unica capaz de sacarnos del atolladero. Vivir bien con menos. Por delante de los intereses de empresas y gobiernos, primero la gente, dice López Marijuan.
En cambio, para Carlos Taibo, profesor de Ciencias Políticas la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) el decrecentismo no es una utopía, ya que lo utópico es precisamente lo contrario, creer que es viable vivir cada vez con mas y mas en un planeta finito.
Para Taibo, el modo de vida en nuestra sociedad es esclavo del trabajo, del dinero y del consumo, pero eso no trae mas felicidad, sino que crea estrés y extiende males físicos como la obesidad.
La transición del actual modelo de desarrollo al decrecimiento implica la desaparición de sectores de la economía, la redistribución del trabajo y la primacía de la vida social, así como un mayor peso de lo local, la austeridad voluntaria y la democracia participativa, según el experto de la UAM.
Para los partidarios del decrecentismo la aplicación de políticas de desarrollo sostenible no es suficiente porque ñseg ̇n Taibo- equivalen a reducir la velocidad de un barco que va hacia un acantilado, pero sin virar el rumbo de la nave”
Uno de los máximos impulsores del decrecimiento económico, que defienden teóricos de todo el mundo, es Serge Latouche, que vive en Francia, donde hay un periódico y un partido vinculados a sus ideas políticas. En Canadá y Gran Bretaña se han publicado los primeros estudios sobre como las economías podrían sobrevivir sin que crezca su PIB (Producto Interior Bruto).
Los ëdecrecentistasí admiten que hay cuestiones pendientes en esta teoría como ver que hacemos con el desempleo en una economía que no crece, ver si pueden ser útiles medidas como el reparto del trabajo o la renta básica, o analizar cual puede ser la alternativa al sistema financiero actual.
Sin embargo, para Carlos Taibo, es el momento de comenzar la transición, porque el sistema actual está agotado y si no decrecemos mediante un proceso reflexionado nos dirigiremos hacia el hundimiento global.
Daniel Galilea. EFE