Nueva York, (EFE).- La depresión postparto, que afecta a una de cada ocho mujeres en Estados Unidos sin importar su grupo étnico o niveles socioeconómico, es muchas veces subestimada y si no se atiende a tiempo, puede causar serias complicaciones.

«Esta es una de las complicaciones más comunes después de un embarazo y la causa no está clara», dijo hoy a Efe la psiquiatra Gloria Rodríguez, directora de Servicios a Internos del Departamento de Psiquiatría del Hospital Monte Sinaí.

Rodríguez, que emigró a Nueva York hace dos décadas desde su natal República Dominicana, explicó que esta enfermedad puede presentarse dos o tres meses después del parto o dentro del primer año y alterar la capacidad de la mujer para funcionar a diario y dificultar el vínculo afectivo con el recién nacido y su pareja.

Aunque se desconoce su causa, parece estar relacionada con cambios hormonales repentinos durante y después del parto o con una historia previa de depresión y puede afectar tanto a mujeres en su primer parto o a otras que ya han tenido hijos, indicó.

«La falta de apoyo de la pareja o una relación tensa con ésta puede contribuir también a la depresión postparto, así como historia familiar» de depresión, agregó.

Rodríguez destacó que los síntomas más comunes son la tristeza, cambios de estados de ánimo, irritabilidad con otras personas o sus propios hijos y fatiga.

También el insomnio o, si logra dormir, se despierta temprano o por el contrario, si se siente cansada, se queda en la cama; de falta de apetito o comer mucho, incapacidad de disfrutar y ansiedad o sentirse nerviosa.

«Hay síntomas más serios a los que hay que prestar mas atención como la falta de interés en el bebé, pensamientos suicidas o de lastimar al bebé y si se presentan requieren atención médica inmediata», advirtió la psiquiatra.

Igualmente destacó que esta enfermedad puede afectar a cualquier mujer en edad reproductiva, no importa su origen étnico, edad o situación económica porque «no discrimina».

De acuerdo con la psiquiatra, es importante que la madre, su pareja, familia y amigos estén conscientes de que «es una enfermedad real» que hay que reconocer «y no tener vergüenza de hablar porque hay tratamiento» y la recuperación dependerá de cada caso.

«Lo primero que hay que hacer es reconocer el estrés que afecta a la mujer cuando tiene un bebé» y para prevenirlo hay que identificar factores de riesgo al regresar a casa después del parto, argumentó.

Según la psiquiatra, la pareja, familia y amigos deben contar con un plan de acción para ayudar a la madre, que debe seguir una dieta equilibrada en la que debe eliminar el alcohol y la cafeína, hacer ejercicios, descansar cuando el bebé duerme y evitar visitas al hogar.

Destacó que la depresión no es lo mismo que la melancolía o «baby blues» como también se le conoce, que ocurre pocos días después del parto y puede durar hasta una semana después de tener al bebé.

«Es importante que la mujer sepa que ambas condiciones son normales y no por ello es una mala madre», advirtió.

Rodríguez sostuvo que la depresión postparto se cura con terapias o medicamentos o ambos en conjunto.

«No es común que se hable de la depresión postparto porque a veces sienten vergüenza, pero es importante que sí lo hagan porque hay tratamiento, sobre todo que la mujer sepa lo que puede pasar después de tener un hijo y que no tiene de qué sentirse culpable», afirmó.

Agregó que síntomas no atendidos de esta enfermedad pueden llevar a la mujer a experimentar instintos suicidas, lo que requiere atención urgente.

Expertos en este tema han señalado que la falta de conocimiento, comprensión y aceptación de la enfermedad han dado lugar a mitos que impactan las vidas de mujeres después del parto, especialmente en los hogares latinos.

Uno de ellos es que sentirse mal tras el parto le lleve a creer que no es una buena madre o creer que debido a su edad tiene mayor riesgo de desarrollar la enfermedad.

Otro mito es creer que si en su familia no ha habido esta enfermedad, la consideren loca si expresa lo que siente.

«En culturas latinas, que tienen profundamente arraigados los valores familiares y altas expectativas para las nuevas madres, las hispanas rechazan los sentimientos de tristeza durante el embarazo y después de que el bebé nace», advirtió por su parte la doctora Kim Klipstein, directora de Medicina del Comportamiento y Consulta Psiquiátrica del Monte Sinaí.

«Si sus propias madres jamás expresaron esos sentimientos, ellas creen que deben seguir su ejemplo», agregó Klipstein.