Acabando de conocer a una vecina hubo algo en ella que me chocó. Tan pronto comenzamos a hablar me contó sobre su país de origen y la razón por la cual había decidido mudarse a Miami. Todo sonaba normal hasta que empezó a contarme barbaridades de la esposa de su hermano. “Mi cuñada es una bruja. Nos botó de la casa a mi esposo y a mí acabando de llegar de Venezuela y sin tener a dónde ir”. La describió de tal forma que visualicé a su parienta como la malvada de una telenovela.
A los pocos meses, mi vecina me invitó a una fiesta en su casa y me sorprendí cuando me presentó a su cuñada y me dijo: “Esta es la esposa de mi hermano, mi querida Laura”. Durante la noche las vi conversando y riéndose varias veces. Por eso pensé: “Parece que se contentaron”. Pero a los pocos días volvió a hablarme atrocidades de su pariente. Y pensé: “Qué hipócrita es esta mujer”.
Desde entonces, decidí alejar mi amistad. Pues ya lo dice el refrán: “Para muestra con un botón basta”. Quien es farsante y habla a las espaldas de otros también lo hará contigo. Es un peligro lidiar con personas hipócritas; cambian las historias, exageran, son metiches y lo peor de todo es que juegan con tu reputación. En mi caso llegué a pensar que su cuñada era abominable cuando en realidad se trataba de alguien justo.
Un hipócrita finge tener cualidades, ideas o sentimientos que en realidad no posee. O aparenta ser de una manera que en realidad no es. Por ejemplo, un compañero de trabajo que te dice: “No te preocupes, que te voy a ayudar con ese informe”. Y luego se queja con el jefe de que eres irresponsable.
Y cómo saber si alguien es hipócrita:
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Constantemente te recuerda lo sincero que es. “Soy una persona bien honesta”. Ojo: Así como una lámpara no necesita anunciar que da luz, una persona honesta no necesita proclamar su sinceridad.
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Nunca se equivocan y le echan la culpa a otros. Si les pillas en una mentira siempre tienen una excusa para explicarlo, aunque sea algo sin sentido.
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Se pasan hablando de otros. Están adictos a encontrarle faltas a los demás. Esto los hace sentir superiores.
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Y lo más que delata a un hipócrita es que habla “hasta por los codos”.
Si te topas con alguien que tienes estas cualidades, aléjate y cuidado con regalarle una sonrisa o fingir una amistad, pues serás tú el hipócrita.