Miami, (EFE).- Las manos hispanas cuidan las cepas del vino estadounidense, según Juan Muñoz Oca, vinicultor jefe Columbia Crest, una de las bodegas más grandes del estado de Washington, que asegura que la gran «influencia» hispana en este sector va en aumento.

«Hay mucha influencia hispana en el vino estadounidense. Tanto que me atrevería a decir que la industria, especialmente en la costa oeste, está construida con el apoyo de los hispanos», dijo a Efe el enólogo argentino.

En su opinión, esta presencia es masiva en la primera parte del proceso, la del cultivo de la uva, donde el hispano está muy implicado, aunque recuerda que actualmente hay más latinos trabajando dentro de las bodegas y en puestos de mayor responsabilidad.

«Los hispanos no sólo tocan el vino en cada una de las etapas de elaboración sino que lo hacen con una pasión, dedicación y amor por la tierra increíbles», sostuvo este graduado en la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina).

La presencia de hispanos en la industria vinícola, con un claro componente familiar que ayuda a extender de padres a hijos la pasión por el vino, ha ido cambiando con el paso de los años, una mejor educación y mayores recursos económicos, que han llevado a que numerosos latinos hayan optado por crear sus propias bodegas.

«Las diferentes generaciones se acercan a la industria del vino en busca de un trabajo y terminan enamorándose de esta pasión que rodea a la producción de vino», indicó el enólogo.

Se trata de la «evolución natural de la industria», según Muñoz Oca, quien recordó que en California y Washington, los dos estados de mayor producción vinícola de EE.UU., cuartas y quintas generaciones de hispanos se dedican al vino.

Sin embargo, a la hora de consumirlo, el hispano no es mucho de vino, aunque está aprendiendo a apreciarlo e introducirlo en su dieta.

Un estudio de la compañía de estudios de consumo Experian Simmons muestra que el consumo de vino entre los hispanos está creciendo y que el aumento es superior al del resto de las etnias.

Entre 2005 y 2010 el número de latinos que consumía vino de forma regular subió un 34 %, mientras que entre el resto de la población ese incremento fue del 14 %.

Sin embargo, el estudio indica que el 26 % de los latinos bebe vino habitualmente, cifra sensiblemente inferior al 38 % que se registra entre el resto.

El hispano, que tradicionalmente disfruta de las reuniones familiares, de grandes comidas en las que el aperitivo y la sobremesa, con sus interminables conversaciones, es casi tan importante como sentarse a la mesa para comer, empieza a incorporar el vino en esta costumbre.

En opinión de Muñoz Oca, el vino va a «explotar» entre los latinos: «El mercado hispano va a tomar el vino y no lo va a dejar ir. Además, numerosos vinos que se producen en la costa oeste del país van muy bien con platos típicos hispanos», argumentó el enólogo.

Entre sus recomendaciones para acompañar a platos tradicionales de la gastronomía latinoamericana, apunta que el ceviche, que, en su opinión, requiere un caldo que se sume a los sabores cítricos del plato peruano, casa bien con un sauvignon blanc, o uno dulce que «corte» la acidez y refresque el paladar.

Ante los platos picantes, tradicionales de la comida mexicana, Muñoz Oca apuesta por un vino «con dulzor en el dejo de boca» para «limpiar el paladar después de un tamal o una enchilada picante».

Para algo tan propio de la gastronomía cubana como la ropavieja el enólogo se decanta por un chardonnay fresco para que la acidez corte la grasa del plato, además de las «notas florales y de frutos tropicales».

En su opinión, los clientes quieren saber más y están aprendiendo las características especiales de cada uno de los caldos, y la gran oferta existente en EE.UU. es consecuencia de que la gente desea saber «sobre de dónde viene, sus características y cómo es la gente que trabaja» cada vino.