Intercalar el arte en la decoración de interiores poco tiene que ver con muebles clásicos. Compruebe cómo, de una manera natural, el arte se puede hacer un hueco en sus paredes.
Tener un cuadro de un autor importante condiciona la decoración. Puede tener en sus paredes un Picasso, un Chagall o un Barceló y, si no están bien situados o no tiene el marco adecuado, pueden pasar perfectamente desapercibidos.
Pero tener un cuadro en casa que incluso podría ser digno de colgar en la pared de un museo no es lo habitual. Fotografías familiares, e incluso lienzos de los niños en su primera infancia, sí son habituales, pero tampoco es común encontrarlos en los mejores lugares y, sobre todo, con una adecuada enmarcación. En ocasiones la pasión y la emoción nos puede hacer caer en el exceso.
El estudio de interiorismo de Beatriz Yagüe e Isabel García ha desarrollado una propuesta en Casa Decor, una de las mayores exposiciones de interiorismo, arquitectura, diseño y arte de Europa, que tiene que ver con la incorporación del arte de una manera natural a la decoración.
Para ello huyen de un ambiente recargado, apuestan por colores potentes, pero no sobrios, y combinan con metalizados. Una apuesta arriesgada en la que incorporan el valor principal: un cuadro del pintor Antonio Saura (España, 1930-1998).
JUEGO DE LUCES.
Según Beatriz Yagüe, han intentado presentar una “perfecta fusión entre tradición y modernidad, adaptando las paredes y techos existentes con un juego de luces y sombras”.
La gran cúpula suspendida acentúa la teatralidad del espacio donde “conviven lienzos tan importantes como un Saura, o esculturas de José Ramón Lidó Rico”, dice.
El reto consistía en adaptar en un espacio mínimo de 15 metros cuadrados un cuadro importante, muy significativo por sus trazos, sus dimensiones y su color “de manera que quedara como principal protagonista”, comenta Yagüe. La interiorista explica que era una pieza que tenía que convivir con otra y, “al mismo tiempo no eclipsarla”, de manera que se pudiera conseguir un ambiente de estar.
La propuesta armoniza el espacio con todo lo que lo compone, de manera que el suelo, por ejemplo, al que se han incorporado incrustaciones metálicas, “consigue el contacto con unas cortinas también metálicas”, consiguiendo que los pequeños detalles estén en sintonía.
Las esculturas de la pared son de Lidó Rico y están hechas en resina. Beatriz Yagüe apunta que, aunque Rico las presenta en línea, “el estudio ha decidido ponerlas en nichos redondos con la intención de dar más movilidad al espacio y jugar con los volúmenes que han dado en las paredes”.
Una fuente vertical cierra la composición con la intención de ofrecer, gracias a su sonido, un momento de relajación “ante dos obras que son muy potentes”.
FUENTE-REFLEJO.
Una fuente que cae sobre un espejo permite, además, crear una sensación de aumento de caudal y logra reflejar las obras que tiene a su lado.
El negro de los sofás y complementos no tiene que ver con el color preponderante de la obra de Antonio Saura, si no en un gusto específico por esta tonalidad que, en el espacio siguiente, cambia radicalmente gracias a complementos de un rojo vivo en cojines y mesas auxiliares.
EFE