ESPAÑA.- Las transiciones de un ambiente caluroso a otro gélido o a la inversa, como las que experimenta el cuerpo al pasar del aire acondicionado de un vehículo, centro comercial, casa o gimnasio, al «horno» de la calle o el aire libre en la época estival, pueden afectar los músculos.

Por ello, desde el Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España (CGCFE) se recomienda evitar los cambios bruscos de temperatura.

Con el frío, las zonas más afectadas por lesiones y contracturas que originan dolores son el cuello y la espalda, según el CGCFE, que aconseja a quienes practican ejercicio, que hagan estiramientos y calentamientos antes de su actividad física para prevenir lesiones, incluso también en la temporada estival.

Del termómetro y su variación drástica también depende la curación de las lesiones. Según los expertos, la mayoría de las molestias que afectan al aparato locomotor, pueden aliviarse aplicando distintas medidas térmicas sobre la parte dolorida.

En lesiones agudas, durante las primeras 72 horas, está indicado el frío por su efecto reductor de la inflamación, los hematomas y el dolor, sobre todo en esguinces, torceduras y contusiones.

Pasados tres días está indicado el calor en lesiones agudas, contracturas, lesiones musculares o crónicas, ya que relaja la zona afectada, reduce el dolor y favorece la reabsorción de los hematomas, señalan desde el mencionado laboratorio.

Curiosidades veraniegas e invernales

Una investigación de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), sugiere que los cambios de tan sólo un grado centígrado, durante el verano, pueden acortar la esperanza de vida de las personas de edad avanzada con dolencias crónicas, provocando miles de muertes adicionales cada año.

En invierno, el frío también puede causar estragos. Cuando bajan las temperaturas aumentan las enfermedades y se aconseja abrigarse, cubrirse con guantes y sombrero, tomar bebidas calientes, evitar los esfuerzos repentinos y no salir si el frío es extremo.

Según la Federación Británica del Corazón, esto se debe a que hay más riesgo de sufrir infartos y derrames cerebrales, porque los vasos sanguíneos se contraen, el corazón se esfuerza más y la composición de la sangre cambia, aumentando el riesgo de coágulos.

Además, somos más vulnerables a las gripes y catarros, porque el aire frío hace que el tracto respiratorio produzca una mucosidad más densa y pegajosa y menos efectiva para protegernos de los agentes patógenos, como los virus, según el doctor Gavin Donaldson, especialista en medicina respiratoria de la Universidad de Londres (Reino Unido).

El termómetro nos afecta de modo sorprendente. Un estudio de científicos de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, ha revelado que las personas que sostienen un café caliente suelen lanzar juicios más cuidadosos sobre los demás que aquellas que llevan esta misma bebida fría.

Según el autor principal, John A. Barg, «la temperatura afecta la forma de ser de las personas haciendo que sean más generosas y confiadas o todo lo contrario».

Otro estudio del equipo de la doctora Simona Bo, de la Universidad de Turín (Italia), señala que «a diferencia de las personas que mantienen sus hogares a no más de 20 grados centígrados en otoño e invierno, quienes prefieren un hogar más caluroso son dos veces más propensos a engordar».