No hay aparato que mejor refleje la personalidad de su propietario que el contestador automático del teléfono.
En la grabadora de una amiga solterona escuché:
“Lamento no estar en casa para recibir tu llamada. Si estás buscando a Pedro, o a Juan, a Pablo, Fernando, Jacinto o José, cuelga porque ellos ya no viven aquí. Te habla María, la despechada”.
El hijo de mi prima Lastenia, mantiene este mensaje:
“Hola te responde el horno microondas de la casa de los García. Hoy tengo que recibir las llamadas, porque a la grabadora se le agotaron las baterías. En los dos minutos que me restan para descongelar un pollo, puedes dejar tu mensaje”.
Un vecino muy modesto, nacido en la Argentina, tiene grabado este saludo:
“Dios mío, gracias por devolverme mi llamada. Después del “bip” deja tu mensaje. Advertencia a los boludos que quieren hacer bromas. Che, si te estás haciendo pasar por Dios… atente al castigo divino”.
En la oficina de “equipajes perdidos” de una aerolínea se escucha:
“Bip (…luego de un prolongado silencio…) se acaba de terminar el tiempo que tenía para hacer su reclamo. Vuelva a llamar en seis horas”.
En el teléfono de un estudiante se escucha:
“Buenos días, o buenas tardes, o buenas noches. Uno nunca sabe a qué horas llaman los cobradores.
Si es para cobrar la renta marque uno…
Si es para cobrar el servicio de luz marque dos…
Si es para cobrar el servicio de televisión por cable, llame después de la telenovela…
Si es para cobrar un tiro penalty, les recuerdo que sólo juego fútbol los sábados en la tarde”.
En el contestador de una paisana que vive de la renta, se oye:
“Si buscas a Pedro Pablo Palomino Pérez, yo también, El tipo se largó sin pagar la renta. Gracias por cualquier mensaje que sirva para encontrar a ese desgraciado”.
En el curso de una riña matrimonial, los Gómez grabaron este mensaje:
“Estás comunicado con el apartamento que comparten María Pérez y José Gómez. En este momento estamos negociando nuestro divorcio. El que al final se quede con la máquina de recibir mensajes, te responderá tu llamada”.
En una ciudad con altos niveles de inseguridad escuché:
“Hola te hablan Juancho y Pilar. No estamos en casa. Por favor deja tu mensaje. Advertencia: si antes de 48 horas no te devolvemos tu llamada es porque, con esta inseguridad en el vecindario, seguro se robaron el aparato”.
Pero el mensaje que más me gusta es el de un amigo, inmigrante indocumentado:
“Hola soñadores. ¡Buenos días! Si no estoy en casa, es porque estoy chambeando.. ¿Que pa’ qué soy bueno?
Si es para recoger lechugas, apio, tomates, fresas o melones, marque uno.
Si es para arreglar jardines, podar arbustos y cortar la grama, marque dos.
Si es para labores de construcción, aquí en la tierra como allá en el techo, marque tres.
Si es para sacar a mear al perro o pasear a una abuelita, marque cuatro.
Si es para asear baños, tender camas y trapear el piso, marque cinco.
Si es para labores aeroespaciales como limpiar ventanas, marque seis.
Si es para cortar carne, preparar comida, cocinar y planchar, marque siete.
Si es de parte del ICE para deportarme… cojan oficio y pónganse a trabajar en algo productivo”.
VERBATIM
“Por favor deja tu mensaje. En español: marca uno. En inglés: marca dos. En spanglish: marca tres. Si eres mudo: marca cuatro.”
Por: © 2012 Armando Caicedo