Los Ángeles.- Un centro comunitario de Pasadena, California, que nació como respuesta al incremento en la violencia callejera durante los años noventa, ahora ayuda a los jóvenes indocumentados que quieren regularizar su situación a través de la acción diferida.

«Queremos que los oficiales electos expandan programas como la acción diferida y los conviertan en un camino hacia la ciudadanía», dijo hoy a Efe Stella Murga, directora ejecutiva del Pasadena Youth Center, una organización que prepara a los jóvenes para un futuro mejor a través de la educación.

En el último mes, el centro ha sido el lugar de reunión de cientos de jóvenes donde han recibido información sobre los requisitos para aplicar a este alivio migratorio con el que la administración Obama ha buscado evitar temporalmente las deportaciones de quienes califiquen.

«Tuvimos talleres hace un mes, en áreas de interés y con el fin de que la gente trabajara junta para recoger sus documentos y buscar su permiso de trabajo», explicó Murga.

Olivia, una estudiante indocumentada de 22 años que llegó a los tres años a Estados Unidos, fue una las participantes en estas charlas.

«Nunca nos preguntaron si queríamos venir y pensamos que somos americanos. Ahora, con la acción diferida vemos una puerta abierta que creíamos cerrada», explicó.

Murga considera que esta iniciativa del Gobierno «es mejor que nada y es un buen comienzo, que les quita la carga de ser deportados, la licencia de conducir y los permisos de trabajo hacen una gran diferencia porque los sacan de las sombras».

Asociaciones comunitarias a lo largo y ancho del sur de California se han visto inundadas de jóvenes que quieren informarse sobre esta nueva oportunidad y aplicar.

Según Olivia, se inicia ahora un proceso que empieza a cambiar la mentalidad de los estadounidense sobre los estudiantes indocumentados y se da un primer paso hacia la aprobación posterior del Dream Act.

«Han dicho que somos lo peor de lo peor y a mí me han llamado hasta cucaracha, todavía tenemos un poco de miedo pero es cuestión de tiempo», aseguró la joven.

Mucho antes del Dream Act y la Acción Diferida, las actividades del Pasadena Youth Center nacieron como respuesta al incremento en la violencia callejera por parte de las pandillas presentes en la zona durante los años 90.

Por medio de sus programas regulares y las conferencias ‘Adelante Young Men’ y ‘Adelante Mujer’, el centro busca que la comunidad consiga lo que sólo la educación otorga, trabajando con una base de dos mil estudiantes, con o sin documentos, que cursan escuela media y secundaria y que quieren acceder a la universidad.

El centro ofrece talleres que preparan a los jóvenes en la elección de sus carreras, al igual que consejería en temas como empleo, tutorías y asistencia con las labores escolares, entre otros.

«Todos están interesados en que los estudiantes lo logren porque es la misma comunidad la que paga el precio (del fracaso educativo) al final», afirmó Murga.

«En las conferencias, tenemos abogados y médicos que comparten sus historias y les explican cómo lo hicieron, además de eventos de networking en dónde responden preguntas», explicó sobre el papel de profesionales modelo, que es fundamental en su misión.

Para Murga, «económicamente es un gran peso tener que ir a trabajar para ayudar a la familia, pero es necesario que se entienda que con una educación superior, los hijos serán un activo de mayor valor», aseguró.

Pero para esta educadora, la comunidad debe iniciar el cambio.

«Todo depende de la misma comunidad latina. La acción diferida fue una obra de los ‘dreamers’, quienes fueron los que primero hicieron oír su voz. Los que son exitosos es porque no se rinden nunca», concluyó.

Unos jóvenes indocumentados soñadores sostienen pancartas a favor del Dream Act y en contra de la separación de familias en una protesta realizada el pasado 2 de julio. EFE/Archivo