Washington, 17 sep (EFE).- El presidente Barack Obama, quien decretó una pausa en la deportación de jóvenes inmigrantes indocumentados, en algo coincide con su rival republicano, Mitt Romney: el gran asunto pendiente es una reforma integral del sistema de inmigración en Estados Unidos.

La celebración del Mes de la Herencia Hispana, cuando faltan menos de dos meses para la elección nacional, sirve para que, como lo hacen periódicamente, los partidos y los políticos proclamen la importancia que tienen los más de 50 millones de hispanos.

En realidad, se refieren a los 23 millones de personas, mayores de 18 años, nacidas en América Latina o hijos de inmigrantes de esa región, y más específicamente a los 11 millones de esos adultos que podrían votar el próximo 6 de noviembre.

Obama se alzó en 2008 con el 67 % del voto latino y sigue contando con una simpatía similar entre esa comunidad, especialmente después que decretó la suspensión, por dos años, de la deportación de jóvenes traídos ilegalmente al país cuando eran menores de edad.

La celebración del aporte latinoamericano y español a Estados Unidos comenzó en 1968 como Semana de la Herencia Hispana por decisión del expresidente Lyndon Johnson, un demócrata, y se expandió a treinta días en 1988 por decisión del expresidente Ronald Reagan, un republicano.

Esta simpatía anual por lo hispano, o latino, se extiende desde el 15 de septiembre al 15 de octubre en razón de que en ese período celebran su independencia Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, México y Chile, y se recuerda la llegada de Cristóbal Colón a estas orillas del Atlántico.

Puntualmente, en la proclamación presidencial anual, Obama recordó ayer que los latinos «han encabezado movimientos que acercaron al país a la realización de los ideales democráticos que fundaron a Estados Unidos».

El presidente, que en tres años y medio no ha enviado al Congreso iniciativa alguna sobre inmigración, reiteró que sigue firme «en la búsqueda de una reforma legislativa del sistema de inmigración».

Romney, que se ha opuesto a la suspensión de deportaciones, y durante la temporada de primarias tuvo un discurso muy recio contra la inmigración indocumentada, visita hoy la Cámara Hispana de Comercio en Los Ángeles en un nuevo intento de acercarse al electorado latino.

En su discurso, según los extractos facilitados a la prensa, el candidato promete que trabajará «con republicanos y demócratas para corregir de forma permanente» el sistema migratorio.

Romney añade en su intervención que Estados Unidos «requiere la aplicación de leyes que frenen el flujo de la inmigración ilegal a la vez que fortalezcan la inmigración legal».

Ni Obama ni Romney da muchos detalles sobre qué harían acerca de los más de 12 millones de inmigrantes indocumentados que viven y trabajan -muchos de ellos aquí por décadas y con familias establecidas- dentro de las fronteras de Estados Unidos.

Mientras tanto y no llega la muy mentada «reforma integral del sistema de inmigración», la población hispana va cambiando y es mucho más diversa que los estereotipos que emplean los políticos.

Entre 2000 y 2010 el 58 % del crecimiento de la población hispana se debió a los nuevos nacimientos y no a la llegada de inmigrantes, como había ocurrido en las dos décadas anteriores.

En la última década cesó la mayor migración de la historia de un sólo país, México, hacia EE.UU. y casi el 51 % de los inmigrantes mexicanos en este país está aquí legalmente.

Y el 74 % de todos los inmigrantes latinos está en Estados Unidos de manera legal, lo cual explica que mientras ente 2000 y 2010 entre la población no hispana el número de personas en edad de votar creció un 9 %, entre los hispanos creció un 62 %.

El presidente, Barack Obama, se dirige a sus seguidores el 13 de septiembre durante un acto electoral celebrado en la ciudad de Golden, Colorado. EFE/archivo