Washington, 8 ene (EFE).- Faltan siete años para el próximo recuento de población en Estados Unidos pero la Oficina del Censo ya brega con la clasificación o clasificaciones que mejor midan a la minoría más numerosa y de crecimiento más rápido en el país.
Se trata de la cuestión con la que millones de miembros de esa minoría lidian a su vez: ¿son hispanos, son latinos, son de grupo étnico múltiple, mulatos, mestizos, blancos, negros?
Para 2020, en las categorías del Censo «hispano» o «latino» pasaría a ser una «raza», aunque según un estudio del Centro Pew el año pasado menos del 24 por ciento de las personas de origen o ancestro latinoamericano en EE.UU. se nombran a sí mismos como «latinos» o «hispanos».
El formulario del Censo en 2010 dejó a muchos perplejos: la pregunta 8 inquiría si la persona era de origen hispano, latino o español. La 9 preguntaba sobre la «raza» dando como opciones blanco, negro, indígena americano, asiático o «alguna otra raza».
Para hacerlo más complicado, la pregunta 9 también ponía como opciones de «raza» las categorías de filipino, samoense o coreano, que obviamente no son «razas».
Añádasele a esto el hecho de que los «asiáticos» (en sí misma una categoría muy amplia) y los hispanos tuvieron ya en 2010 la tasa más alta de matrimonios multirraciales. En 2010 nueve millones de personas se dijeron «multirraciales», comparado con casi seis millones en 2000.
En la duda, unos 18 millones de personas que podrían acomodarse a las categorías de «hispano» o «latino» -los de origen español no son tantos- optaron por hacer su marca en el casillero de «otra raza».
El asunto tiene su impacto de largo alcance: en un país obsesionado por la «raza», los números cantan y cuentan, y es sobre esas estadísticas como se distribuyen los distritos electorales y recursos públicos, se hacen promociones en millones de empleos y se asignan maestros en las escuelas y enfermeras en los hospitales.
Entre los cambios que considera la Oficina del Censo está la eliminación de la categoría de «origen hispano» combinándola con la pregunta de raza y la inclusión de nuevas preguntas para las personas de ancestro en Oriente Medio o el norte de África, y de espacios para que los asiáticos marquen su país de origen.
La portavoz del Censo, Karen Humes, en una entrevista reciente con National Public Radio (NPR), dijo que la agencia federal busca «ampliar nuestra comprensión de cómo la gente identifica su raza y su origen hispano».
Por su parte, el abogado Raúl Reyes, miembro de una junta de comentaristas para el diario USA Today, opina que «para los latinos la identidad es un concepto con muchos niveles».
«Podemos ser blancos, negros, asiáticos o multirraciales», asegura. «Un estudio del Centro Pew el año pasado encontró que la mayoría de los hispanos se identifica por el país de origen de su familia (argentinos, mexicanos, peruanos, colombianos)».
La pregunta tal como estuvo redactada en el Censo de 2010 resultó en una cuenta sin precedentes de más de 50 millones de latinos… o hispanos, que pasaron a ser la mayor minoría del país, más numerosa que los negros.
El director del Instituto Nacional para Política Latina, Ángelo Falcón, no ve por qué debería eliminarse la pregunta sobre esta identidad.
«Somos el único grupo del país que tiene su propia pregunta. ¿Por qué renunciar a ella?», dijo Falcón, copresidente de un grupo de unas treinta organizaciones latinas de derechos civiles que trabaja con la Oficina del Censo para mejorar los cuestionarios.
«A muchos investigadores latinos les gusta la pregunta tal como está ahora porque muestra las diferencias», comentó. «De la manera que el Censo considera combinar las preguntas podría privarnos de esa información acerca de cómo encajamos en la jerarquía racial estadounidense».
Kenneth Prewitt, exdirector de la Oficina del Censo y que ahora dicta cátedra en la Universidad Columbia, de Nueva York, opina que la solución es eliminar totalmente las preguntas sobre «raza».
«Deberíamos librarnos de la pregunta sobre raza e ir directamente al origen nacional», dijo Prewitt al diario USA Today. «Eso es lo que este país necesita, y no esos agrupamientos raciales que datan del siglo XVIII».