La opulencia del barroco
Vestirse al estilo de las zarinas ha sido posible gracias a la majestuosidad del dorado, los diseños curvilíneos, las blondas, las puntillas y la vistosa pedrería.
La opulencia del barroco ha estado presente en el armario femenino
Dolce&Gabbana ha encabezado la lista de firmas que esta temporada han propuesto prendas soberbias confeccionadas con tejidos nobles como las telas adamascadas y el terciopelo. El dorado, ha sido el denominador común de todas las colecciones, un tono que está íntimamente ligado al dinero, a la fama, al poder e incluso de la felicidad.
Mientras que la gama cromática dorada, misteriosa y muy deseada, ha teñido cientos de prendas con un halo elegante y sensual, además de sofisticado, el punto de cruz, el bordado popular con puntadas en forma de equis, se ha instalado en tejidos con los que se han creado prendas que desprenden una bella opulencia barroca que recuerda a las zarinas rusas.
Este aristocrático estilo, que Alexander McQueen avanzó la pasada temporada de invierno, ha presentado siluetas trabajadas, cientos de ornamentos y tejidos nobles acompañados de delicados y sutiles encajes.
Tras revisar las colecciones del año, muchos diseñadores se han sumado a esta tendencia, entre ellos Donatella Versace que ha recuperado los estampados más barrocos de la firma para crear sofisticados y recargados vestidos, Louis Vuitton, también ha querido vestir con patrones maximalistas estampados pomposos.
Sobre el color negro y los detalles metálicos se ha asentado el nuevo estilo gótico, una propuesta que ha confiado en la delicadeza y romanticismo de los encajes, en el poderío y la dureza del cuero y en la ternura y suavidad del terciopelo.
Los alzacuellos, los estampados de calaveras, las chaquetes levitas y las hermosas capas han sido los pilares básicos de esta mística y provocadora propuesta que ha vuelto a sacar a la calle a una elegante “femme fatale”.
Románticos y delicados
Románticos y delicados, esta paleta cromática ha sido la protagonista absoluta de la temporada sobre todo en prendas minimalistas. El vainilla, el rosa empolvado, el amarillo, el azul bebe, el verde agua y el lila son algunos de los colores que han utilizado Calvin Klein o Elie Saab para edulcorar el armario femenino.
Lejos de resultar cursis y ñoños, los pasteles han demostrado su fortaleza y autoridad en los patrones minimalistas, estética que ha implantado su sencillez, cortes arquitectónicos y sobriedad en prendas de día y de noche.
Aunque a priori pueden resultan tímidos, esto colores, en manos de firmas como Versace, se tornan atractivos y rotundos gracias a los patrones, los cortes depurados y los escotes palabra de honor. Más minimalistas son las propuestas de Calvin Klein, en las que están presentes los tejidos rústicos y naturales.
Con la llegada del calor, los tonos flúor, que reinaron allá por los años ochenta, arrinconaron a los pasteles e impusieron todo su poderío a base de notas ácidas y frescas. Eso sí, con tintes nuevos y renovados que han hecho hincapié en complementos como bolsos, carteras, cinturones, pendientes o pulseras.
El encaje en la cultura española
Durante décadas relegado a los trajes de novia, el encaje ha vivido una nuevo oportunidad y ha mostrado sin pudor alguno su espíritu bucólico, su halo romántico y su carácter bohemio, alejándose de ese velo burgués y señorial que siempre le envolvía. Es más, también se ha mostrado sexy.
La cultura y el folclore español han sido fuente de inspiración para muchos de los diseñadores del mundo. Las mantillas, los volantes, las chorreras, los bordados y los abanicos, presentes en los trajes de luces de los toreros y en las pinturas de Goya, han vestido y adornado sus colecciones.
EFE
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