SAN DIEGO.- La ciudad de San Diego confirmó que además de hospitalaria y amante del turismo, tiene una comunidad sensible y que antepone el corazón en sus acciones.

Así lo refleja la respuesta que dio ante el anuncio de que la estatua “Incondicional Surrender” (Rendición Incondicional) o más popularmente conocida como ‘La Estatua del Beso” tendría que decir adiós a San Diego.

¿El motivo? La estatua fue requerida por the Sculpture Foundation de Santa Mónica, California, que la exhibe en el museo del mismo nombre; además de que su traslado ya había pospuesto en seis ocasiones anteriores.

Pero dicen que para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo, y fue el arquitecto Donald Reeves el que impulsó la iniciativa de traer, en calidad de préstamo personal, la escultura original, de 6 mil libras de peso y cerca de 10 metros de altura, la cual estuvo aquí, en el mismo sitio donde estará la réplica en calle G junto al Barco-Museo USS Midway, desde el 2007.

El arquitecto Reeves impulsó una vigorosa campaña de recaudación de fondo que contó con la simpatía de la comunidad y empresas privadas, logrando recaba 1 millón de dólares con la que ha sido construida su réplica en bronce (con características muy similares a la original) y será colocada este 14 de febrero, en correspondencia con la celebración del Día del Amor y la Amistad.

En un sondeo efectuado por El Latino entre personas que acudieron a conocer la nueva réplica acerca de si creían que era igual que la anterior, consideró que es muy similar, pero a mí me gusta más, pues tiene colores más vivos, comentó Dena, una de las mujeres que se encontraban en el sitio.

Pero consideró que “yo creo que es un poco diferente, con más detalles, pero me parece que está bonita”, dijo un turista que se identificó como Rob.

Por su parte, otro entrevistado que dijo llamarse José Cara dijo que la réplica es igual a la que estaba en Nueva York y fue recreada por la escultura esculpida por J. Seward Jonson.

A la singular escultura debe su origen histórico en la rendición de Japón ante las fuerzas estadounidenses el 15 de agosto de 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, y a la oportuna gráfica del fotógrafo ya fallecido Alfred Eisenstaedt, que lo vendió al popular sitio neoyorquino: Times Square.

La leyenda cuenta que el marinero besó a la enfermera, a la que no conocía, feliz por la victoria obtenida ante los japoneses, a lo que la mujer gustosa le correspondió, como muestra de afecto, pero a casi 70 años después, sigue la polémica sobre quiénes fueron estos personajes, ya que el fotógrafo no les preguntó su nombre.

Horacio Rentería

Ellatinoonline.com

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