Estoy que salto en una pata con la elección del Papa Francisco.
Me parece que ya era tiempo que un latinoamericano sacara la cara por nosotros.
Claro que a los argentinos –tan modestos ellos- los tendremos que soportar durante los próximos 50 años atribuyéndose anécdotas que vivieron con el pibe.
Ya me imagino la cantidad de chicas –de 70 años- que a partir de esta elección se estarán arrogando el privilegio de haber sido novias de Bergoglio, antes que el nuevo Papa entrara al seminario. Más otra cantidad de jovenzuelos de 75, que jurarán haber parrandeado en algún boliche del barrio de Boedo, con el pontífice.
Para completar su retrato, juran que el Papa es miembro de las barras bravas de Los Gauchos de Boedo, fieles seguidores del equipo San Lorenzo de Almagro.
Por su afición al fútbol, circula el rumor que el nuevo Papa aprovechará la línea directa que mantiene con el cielo, para gestionar que le validen a Maradona el gol que metió con la mano, durante el partido en que Argentina venció a Inglaterra, durante el Mundial de México en el 86. Los argentinos confían que este famoso gol, conocido como el de “la mano de Dios”, sea tema de un nuevo mural en la Capilla Sixtina.
Yo, como simple espectador de tribuna –y fervoroso feligrés, católico, apostólico y romano- tengo que reconocer que estos 115 iluminados cardenales que participaron en el cónclave del 2013, nos marcaron un gol histórico -de portería a portería- que sorprendió al mundo.
Nadie esperaba semejante triunfo del cardenal argentino, a excepción –obvio- del presidente encargado de Venezuela, Nicolás Maduro, que ahora aprovecha que Hugo Chávez, se aloja en una nube vecina a la de la Santísima Trinidad, para arrogarse el privilegio de manejar mejor información que la CIA. Según Maduro, en la audiencia que Chávez le concedió a Jesús, el coronel venezolano aprovechó para intrigar por un cardenal latinoamericano.
La elección resultó tan sorpresiva que contradijo todos los pronósticos y apuestas.
Si me permiten la comparación, es como si en las últimas elecciones en Estados Unidos, las encuestas hubieran dado como favoritos a Obama con el 50% y a Romney con el otro 50% y, a la hora de la verdad, hubiera salido electo Donald Trump.
Claro que Bergoglio sonó muy fuerte, pero eso fue durante el cónclave que eligió a Benedicto XVI. En esa oportunidad los argentinos reclamaron por conducto de su Cancillería que les concedieran la “medalla de plata”, como “Subcampeones del Cónclave 2005”, justo reconocimiento a que el cardenal argentino fue el segundo más votado.
Frustrados por esa derrota en el último cónclave, el cardenal argentino resultó, en este 2013, relegado a la banca. Es más, en las agencias de apuestas en el mundo no figuraba ni entre los diez favoritos. Con justa razón los iluminados que se arriesgaron a apostar por él, recibieron $25 por cada $1 apostado. Los argentinos reclaman que ese es el primer milagro documentado del Papa Francisco.
El Papa Bergoglio es mi héroe, porque el tipo es gente como uno: monta en bus, hace cola, no tiene chófer, prepara su propia comida y habla español… (claro que con acento argentino… porque nadie es perfecto)
Por: © 2013 Armando Caicedo
www.Humor.US.com