La camisa blanca, el kimono, el esmoquin, el chaleco, el minitop, la cascada de volantes, las rayas horizontales y verticales, el estampado damero y las flores son algunas de las propuestas que irrumpen y revolucionan la silueta femenina. El kimono, prenda fetiche del Imperio del Sol, se impone en el guardarropa femenino. Largos hasta los pies, con mangas anchas y escote en “v”, este vestido tradicional japonés conquista las pasarelas por su versatilidad.

Según la tradición japonesa, el corte, el color, la tela y las decoraciones del kimono varían en función del sexo, la edad, el estado marital e incluso la Época del año. Sin embargo, los diseñadores más prestigiosos han mezclado toda esa tradición y ha propuesto prendas en raso y seda con brocados y estampados de flores y aves exóticas.

Junto a los kimonos aparecen chaquetas de judokas y karatekas, kurtas nepalés y caftanes persas, un abanico de prendas impregnadas de aire oriental creadas por Emilio Pucci, Prada, Hermes o Gianfranco Ferré entre otros gurús de la moda.

Cascadas de volantes asimétricos de todos los tamaños recorren la silueta de la mujer a la par que dibujan curvas sobre el escote, las mangas, la cintura, las caderas y las piernas.

JUGADA MAESTRA

El estampado de cuadros a imagen y semejanza del damero del ajedrez se impone por obra y gracia de Marc Jacobs, quien ha creado para Louis Vuitton una colección de patrones estrictos, en la que están presentes vestidos de manga larga con escotes cuadrados, faldas de talle bajo por encima de la rodilla y atractivos monos.

Una tendencia dominada por los colores blanco y negro, la que también se ha sumado Balmain, pero esta firma ha preferido jugar con los cuadros y crear un estampado caleidoscópico que recrean los dramáticos trajes de los arlequines.

Este juego de contrastes y la dualidad cromática funcionan juntos o por separado para vestir a la mujer de pies a cabeza, prueba de ellos son las propuestas de Chanel, Michael Kors o Jil Sander.

Más sexy que nunca llega el esmoquin, prenda que esta temporada se reinventa en sastres, vestidos y levitas. Son infinidad los diseñadores que ha decidido incluirlo en sus colecciones. Si Celine lo convierte en un vestido si mangas, Alber Elbaz convierte el patrón en una fabulosa chaqueta que conjunta con una falda por debajo de la rodilla.

Más audaz es la versión de Stella McCartney, que transforma la pieza creada por el británica Henry Poole para vestir a los caballeros del siglo XIX en un vestido suelto con sisas cuadradas y ajustado a la cadera con una cinturón ancho.

A juzgar por su protagonismo, el esmoquin, también llamado “tuxedo”, no pasa de moda, cada temporada, desde que Yves Saint Laurent presentó el esmoquin femenino en su taller de la avenida Marceau de ParÌs, se reinventa para seducir a la mujer.

Con mangas, sin mangas, con hermosas lazadas, con fabulosos volantes, con jaretas, anudada a la cintura, con puÒos largos o con manga francesa, es decir al codo, la camisa blanca una temporada más es la reina del guardarropa femenino.

Según Carolina Herrera, esta icónica prenda, que escapa de las tendencias “combina con todo, es versátil, a temporal y cada persona la otorga un aire diferente”.

El chaleco masculino de sastrería es otra de las prendas que arrasa esta primavera-verano. Cruzado, con un solo botón, corto o a modo de levita, esta prendas sin mangas se lleva con amplias hombreas, sobre vestidos o conjuntados con minifaldas siguiendo el ejemplo de la firma Hermes.

Tipo “bandeau”, lencero, con escote corazón o con aire deportivo, el minitop es apto tan solo para aquellas mujeres que tengan los abdominales firmes. Si puedes presumir de ombligo, lúcelo con pitillos y faldas a la rodilla y siempre con una chaqueta o chaleco encima.

EFE

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