- ¡Que alguien me explique! -grité.
La tía Filomena se asomó curiosa.
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¿Qué ocurre, cretino?
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Tía, mira -le alargué docena y media de invitaciones a bodas que acabo de recibir- Creí que la gente ya no confiaba en la “institución del matrimonio”, pero se están volviendo a casar.
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¡Blasfemo! Habla de la “sagrada institución del matrimonio”.
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Tía, poca gente está dispuesta a jurarle amor eterno a una “institución sagrada”. Mucho menos están dispuesto a acostarse con ella “hasta que la muerte lo separe”. Y ninguno está dispuesto a soportar la obligación diaria de darle a la benemérita “institución”, “el besito de las buenas noches”.
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¡Libertino! Eres alérgico al matrimonio.
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Al contrario, tía, desde que yo era un escuincle me apasionaron las bodas. Mi sueño americano era ser pajecito. Pero nunca pasé la prueba. En los primeros cuatro años era demasiado pequeño, y a partir del quinto ya era demasiado grande. En cambio, a mi hermano Ernesto, se lo peleaban en todas las bodas. Incluso mi vieja lo alquilaba por horas, unas veces para llevar los anillos, otras las arras, y cuando ya pintaba de adolescente, le dieron el privilegio de cargarle la cola a las novias. Aquí entre nos, mi hermano, conoció la cola de muchas novias, antes que el novio.
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¡Cretino! La “institución del matrimonio” es sagrada.
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Era, tía. En los tiempos de mi abuelo, si alguna pareja lucía sospechosa, las vecinas se persignaban y estiraban sus trompas para señalarla: “viven en pecado, tienen familia pero no son casados”.
Ahora es todo lo contrario. Si en el vecindario aparece un matrimonio estable, las comadres murmuran: “es una pareja como rara, porque en este vecindario son los únicos que sí están casados”.
En Estados Unidos se siente la crisis. Mientras el 40% de los adultos no casados consideran que la “santa institución” del matrimonio se volvió obsoleta… las parejas no casadas que se van a vivir juntas subió 15 veces, en comparación con 1960.
El divorcio también se disparó y conspira contra esa “sagrada institución”. En Estados Unidos, de cada dos matrimonios, uno terminará en divorcio. En México de cada 100, 17 terminan en divorcio. En España por cada 4 matrimonios, 3 se divorcian.
Luego de leer las invitaciones, concluí: “el matrimonio como institución no está en crisis… sino que cambió de bailado”.
Once invitaciones son para matrimonios entre parejas del mismo sexo.
Tres corresponden a amigos que acordaron celebrar bodas entre sus mascotas
Tres corresponden a parejas amigas que me invitan a celebrar su divorcio.
Y la última es de una veterana que pregunta “¿qué es un matrimonio heterosexual?”.
¿Quieren otra demostración del cambio? ¡Las parejas del mismo sexo son las qué menos se divorcian!
En Estados Unidos los divorcios entre parejas del mismo sexo apenas alcanza el 1%,
En Ciudad de México, se han casado 2.513 parejas del mismo sexo. Apenas el 2% ha pedido divorcio.
En España se celebraron, en siete años, 20 mil enlaces entre parejas del mismo sexo, y solo se han tramitado 500 divorcios.
¡Oops!
Por: © 2013 Armando Caicedo
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(fin)
VERBATIM
“Matrimonio: única sentencia a cadena perpetua, que se puede terminar por el mal comportamiento de uno de sus miembros”