Agobiado por un súbito ataque de incontinencia, ingresé a las carreras en el baño de un supermercado. Ya frente al mingitorio, con la dotación lista para evacuar, vi en la pared un aviso que advertía: “Apunte bien, No salpique hacia los lados. Una cámara lo podría estar grabando”.

¡No manchen! Así, hasta al más urgido se le espantan las ganas.

Yo vivía muy confiado, porque a mí me enseñaron que Dios está en todas partes. Pero ahora vivo muy cabreado porque las agencias de inteligencia, también están en todas partes.

Ahí está el caso de Michele Catalano, una escritora de Long Island, Nueva York, que buscaba la forma de cocinar unas lentejas. Lo primero que se le vino a la mente fue abrir su computadora y buscar en Google “olla a presión”. Para su desdicha, su marido estuvo buscando la noche anterior “backpack”. Algún agente de inteligencia que monitoreaba el computador de la familia, sumó: “olla a presión” + “backpack” y el resultado fue = “ataque terrorista”.

(Pero claro, si el atentado de la Maratón de Boston fue ejecutado por dos hermanos terroristas que fabricaron bombas con “ollas a presión”, y las llevaron en “backpacks”, hasta la línea de meta)

Lo cierto es que a la mañana siguiente, apareció en la casa de la despistada señora Catalano, una fuerza conjunta antiterrorista que la sometió a un “cantinflesco” interrogatorio.

Y ese no es un hecho aislado.

El hijo de mi primo Filarmonio quiere ser piloto. Como vive obsesionado por ingresar en una escuela de aviación, escribió en su página de Facebook: “mi sueño es volar un avión”. Sucede que el muchacho -alto, atlético y muy buen deportista- también estuvo buscando en la internet unos “suspensorios deportivos”. A juzgar por la talla XXX que usa, el muchacho está envidiablemente dotado. Un agente de inteligencia que estaba metiendo las narices en su computadora, sumó los factores y dedujo esta peregrina amenaza: “mi sueño es volar un avión” + “suspensorios XXX” = “terrorista que quiere volar una aeronave, con una bomba que esconde entre sus partes nobles”.

El hijo de mi primo Filarmonio estuvo a punto de ir a parar a Guantánamo acusado de terrorismo.

Me encontraba aterrorizado, escribiendo esta columna, cuando a la medianoche timbró el celular.

  • Mijo , soy yo, tu tía Filomena. Estoy metida en un problema.

  • ¿Estás en algún antro y no tienes quién te pague la cuenta? Fresca tía, ya salgo en tu rescate.

  • No, cretino. Todo empezó esta mañana cuando me dio por buscar en Google información sobre unos supositorios que me recetó el médico. Sucede que, por la tarde, estuve en la internet averiguando por mis lentes de contacto. No entiendo qué hice mal, pero seis hombres de una unidad antiterrorista están tocando a mi puerta.

  • Espera tía, mientras yo sumo… (“supositorios” + “lentes de contacto” = ???) Tía, no encuentro relación. Lo único que se me ocurre es que les abras la puerta y, ahí mismo, te haces la muerta.

(fin)

VERBATIM

“Todo vecindario decente, que se respete, cuenta con decenas de vecinos que se prestan para espiarte, de manera voluntaria y, además, gratuita”

Por: © 2013 Armando Caicedo

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