La celebración de la Navidad no es la misma en todas partes. Cada país, cada región, tiene costumbres y tradiciones propias que dan carácter y esencia a la celebración navideña.
En Alemania, darse un chapuzón en agua helada se ha convertido en costumbre. El 25 de diciembre, un grupo de intrépidos alemanes se sumerge en las gélidas aguas del lago Orankesee, en las inmediaciones de la capital del país. Se trata de los miembros del club Berlín Seals, célebres por protagonizar semejante hazaña año tras año.
Otra costumbre no menos curiosa es la de colocar una telaraña en el árbol de Navidad. En Ucrania, los árboles típicos de estas fiestas, además de estar decorados con todos los elementos habituales, suelen tener una araña con su telaraña, por supuesto artificiales.
Según cuenta la leyenda, una viuda que no tenía suficientes recursos para decorar su árbol, se mantuvo despierta toda la noche hasta que halló una araña que lo embelleció tejiendo en el su tela. Así, para los ucranianos, la araña en el árbol navideño es símbolo de buen augurio.
También puede resultar llamativa la tradición de esconder las escobas en Nochebuena. En Noruega, la noche del 24 de diciembre se celebra con una cena familiar donde se abren los regalos. En ese momento, todas las escobas de la casa deben estar escondidas pues, según las antiguas creencias, esa noche salen las brujas y los trasgos, que podrían robar las escobas para montarse en ellas.
Y desde Noruega nos vamos a Serbia, donde los regalos en estas fechas se intercambian de una manera muy característica. De hecho, en este país los presentes navideños no se cuentan entre sus tradiciones.
No obstante, los tres domingos anteriores al día de Navidad se celebran las fiestas de Detinjci, Materice y Oci, es decir, el día de los niños, de la madre y del padre respectivamente, donde los regalos tienen un papel muy destacado.
Otra tradición curiosa es la de las patinadas navideñas. En Venezuela, la multitud se reúne para celebrar estas fiestas surcando calles y avenidas a bordo de sus patines.
Asimismo, los venezolanos suelen escribir en un papel sus deseos para quemarlos el 20 de diciembre. Ese día, además, se hace limpieza en casa para “desprenderse de todo lo malo”.
Los religiosos de México comienzan sus festejos nueve días antes de Nochebuena. Son las llamadas posadas, unas fiestas comunitarias en las que se reúne el barrio al completo. Las calles se adornan, penden piñatas en formas de estrellas de las esquinas y hay parrilladas gratuitas para todos los habitantes de la barriada. Es una fiesta que se vive con vecinos, amigos y familiares.
Las casas se adornan con la flor de Nochebuena, similar a una margarita, pero de color rojo intenso y de cincuenta centímetros de altura. La costumbre en este país es agasajar al invitado empezando por la panza, con lo que la comida cobra gran relevancia.
Antes de las 12 campanadas de año nuevo, los mexicanos tienen algunas tradiciones curiosas. Para acabar con el pasado algunas personas barren su casa, así como la banqueta de la calle, el patio y todo lo que esté en los confines del hogar. Algunas familias tienen la costumbre de colocarse en círculo con 12 monedas. Con cada campanada del año nuevo se pasa el montón de monedas de mano en mano para asegurar que durante el año nuevo no les falte dinero.
Y para viajar durante el año, en varias partes del país hay personas que acostumbran salir a dar vuelta a la manzana de su casa con una maleta en mano.
En Colombia la tradición navideña dicta que desde el 16 de diciembre se celebre la novena donde se rezan determinadas oraciones que cuentan cómo José y María llegaron a Belén y qué sucedió antes de que naciese Jesús.
Algo muy singular es que en la Nochevieja, o Año Viejo, los colombianos elaboran unos muñecos que pueden representar, o no, a personas famosas. Los rellenan de fuegos artificiales y los colocan en las carreteras. Cuando suenan las doce de la noche del 31 de diciembre, se les prende fuego y sus chispas inundan de color la noche.
Un detalle navideño típico de Perú son los numerosos nacimientos vivientes que son erigidos en todos los lugares posibles. La llamada a la suerte no sólo se realiza con todo tipo de ropa amarilla, o baños de rosas sino que, tras las uvas de fin de año, se sale al patio para tirar un vaso de agua hacia atrás, de manera que los malos augurios sean expulsados.
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