George Washington (1732-1799), aparte de ser el primer presidente de los Estados Unidos, es uno de los presidentes más queridos y admirados, pero fuera de sus logros como mandatario muy pocos conocen sobre su niñez, su educación y sus puntos de vista religiosos, entre otros aspectos de su vida personal.
Adriana a Collado, una experta en la historia de los Estados Unidos, recientemente redacto los siguientes datos interesantes de Washington, quien tuvo un rol crucial en la Independencia del país.
Huérfano desde temprana edad
Collado explicó que Washington era tercera generación americano. Su bisabuelo había emigrado desde Inglaterra a la colonia de Virginia donde nacieron sus descendientes. El padre de Washington falleció cuando su hijo tenía sólo 11 años de edad. Era un propietario de plantaciones dejando al morir en herencia a su viuda y a sus hijos un total de 49 esclavos y 10 mil acres de tierra.
Educación formal básica
Mientras que alguno de sus hermanos recibieron una gran educación formal, lo cierto es que Washington sólo tuvo una educación de nivel elemental.
Sin embargo, sus hechos y sus miles de cartas dejan constancia de que aunque carecía de una educación superior, Washington estaba muy lejos de ser una persona sin cultura o ignorante, explicó la historiadora.
Su aspecto físico causaba gran impresión
Washington era tremendamente alto, midiendo seis pies y dos pulgadas, reveló Collado. Además, era pelirrojo, aunque cambiaba el color de su cabello aplicándole polvos de talco –nunca usaba peluca. Ataba su cabello con un lazo de terciopelo.
Collado añadió que Washington vestía bien, especialmente tras contraer matrimonio, y que poseía un innegable aire aristocrático a lo que contribuían costumbres como negarse a saludar dando la mano, muy en boga ya en la América del siglo XVIII, prefiriendo una inclinación de la cabeza.
Su matrimonio lo convirtió en un hombre extraordinariamente rico
Se casó con Martha, una rica viuda madre de dos hijos, lo que convirtió a Washington en un gran propietario de plantaciones y esclavos, afirmó Collado. Su casa, Mount Vernon, era atendida por 13 sirvientes, y era famosa por recibir a cientos de invitados. Su riqueza le permitió dedicarse a actividades aristocráticas como la cría de caballos y de galgos.
Collado agregó que Washington no tuvo hijos pero es bien conocido el afecto que sintió por sus hijastros, sufriendo grandemente el fallecimiento de la hija de su esposa en la adolescencia.
No era particularmente religioso
Aunque pertenecía a la iglesia anglicana donde llegó a ejercer de sacristán lo cierto es que no siempre asistía a los servicios dominicales, lo cual era raro en aquella época en su clase social, apuntó Collado, la experta en la historia de los Estados Unidos.
Tampoco estaba interesado en asuntos de doctrina religiosa y se considera que podía ser un deísta.
Sin embargo, Washington si era un gran tolerante en materia de religión y reconocía que ésta era fundamental como fuerza civilizadora, dijo Collado. En su discurso de despedida de 1796, Washington resaltó la necesidad de ser morales y que no es posible ética sin religión.
Su presidencia fue peculiar
Durante sus dos términos en la presidencia (julio 3, 1798 – diciembre 14, 1799), Washington se carecterizó por buscar responder a los intereses económicos y políticos de la nueva nación, explicó Collado, además por la prosperidad económica, por ser un gran defensor de la separación de poderes, por dedicarse en persona a los tratados, como por ejemplo los sellados con los indios, y por el nacimiento incipiente de los partidos políticos.
Collado amplificó que los pensamientos políticos de Washington quedaron forjados en su discurso de despedida, redactado con ayuda de Alexander Hamilton (su sucesor), donde declara que:
• La Constitución es sagrada y es de obligado cumplimiento para todos.
• América es una nación basada en el principio de legalidad o imperio de la ley (the rule of law).
• No esta en el mejor interés de Estados Unidos involucrarse en líos extranjeros.
• Y que un gobierno basado en la ley debe ser un gobierno moral. Y que no es posible ser una nación moral sin una ética basada en la religión.
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