SAN DIEGO.- “Empecé mi carrera política ante las turbas de linchamiento…En la mentalidad de linchamiento, los rumores se convierten en alegatos, los alegatos «en hechos», los hechos se convierten en evidencia de acoso sexual, que han llevado…a la renuncia y destitución”.

Estas fueron las palabras con las que el ex alcalde Bob Filner se despedía y confirmaba su renuncia, aquel viernes 23 de agosto del 2013 ante los miembros del Cabildo, que habían votado (7-0) a favor de aceptársela. La haría efectiva una semana después, el 30 de agosto.

El ex alcalde de San Diego se había convertido en el primer candidato demócrata en más de dos décadas y el número 35 entre los jefes de gobierno de la ciudad.

Sin embargo, Filner, quien sirvió más de 20 años en el Congreso Federal, también pasará tristemente a la historia como el tercer munícipe en renunciar al cargo, y el que menos tiempo ha estado en la silla presidencial.

Ya el 23 de julio del 2013 había aceptado que incurrió en errores en su conducta personal y, por tanto, solicitó ayuda profesional.

Con semblante triste

Con semblante de evidente tristeza, humildad y cortesía el ex alcalde se presentó ante el Juez Timothy Taylor, Departamento 72, de San Diego Hall of Justice, y rechazó, en diversas ocasiones, haber incurrido en conducta inapropiada, tanto física como verbalmente frente mujeres que lo han señalado como “acosador sexual”.

Frente a un jurado, respondió las preguntas relacionadas con la demanda presentada por Stacy McKenzie, una gerente de distrito de parques y jardines del gobierno de San Diego. De acuerdo con la versión de la mujer, el ex alcalde Filner le habría “presionado contra sus nalgas y rozado sus pechos con sus brazos”, en un evento realizado en abril de 2013 en el parque de Anza Cove.

“Eso nunca ocurrió”

Pero el ex senador demócrata, al que su propio partido le dio la espalda en momento de crisis, fue ahora categórico frente al juez y el jurado: “Eso nunca ocurrió, señor”.

Reflexivo y con un semblante que denotaba preocupación, Bob Filner recordaría ante los miembros del jurado que tuvo la fortuna de conocer al Doctor Martin Luther King Jr., cuando era un adolescente, y se comprometió con su filosofía de “la no violencia”.

Y advirtió que la oposición manifestada por algunos sectores le hizo imposible gobernar, “fue una experiencia muy devastadora”.

Las palabras expresadas aquel 23 de agosto del 2013, presentarían a un Filner que parece haber cambiado en su conducta pero que insiste en haber sido víctima de un linchamiento personal:

“para todas las mujeres que he ofendido, no tenía ninguna intención de ser ofensivo, violar cualquier espacio físico o emocional. Yo estaba tratando de establecer relaciones personales, pero la combinación de torpeza y arrogancia llevó a un comportamiento que muchos encuentran ofensivo”.

También quedan para la historia de San Diego, las palabras del activista Enrique Morones sobre la renuncia de Filner:

“El alcalde pasó décadas al servicio de los oprimidos, y su caída es una ejecución pública. Cuando mis hijos me pregunten: ¿Dónde estaba usted cuando el lichamiento público del Mayor Filner se llevó a cabo? Les diré que yo no era un accesorio, que me paré al lado de un hombre, Bob Filner, quien se ha destacado al lado de nosotros, por 40 años”.