SAN DIEGO.- La barda que separa a Estados Unidos de México se abrió por lo menos unos minutos, este fin de semana, en un evento llamado “Abriendo la puerta de la Esperanza”, pero pudo ser más bien una puerta de la ilusión.
Aunque el evento resultó altamente emotivo, en realidad todo lo tenía la patrulla fronteriza bajo control, no se trataba de reunir a familias deportadas como en el 2013 ni de cuestionar la política de migración.
Esto fue lo que dijo Hugo Castro, coordinador del grupo Ángeles de la Frontera:
“Desgraciadamente estuvo muy restringido el permiso. En este caso estaban pidiendo que tuvieran Seguro Social los que iban a participar del lado de San Diego, y pues eso redujo el número”.
Claro que el evento llevó a llorar a muchos, las imágenes mostraron a familiares que hacía tiempo que no se veían pero sólo porque los familiares no han realizado trámites como obtener pasaportes o sacar visas.
Jannet Vargas, por ejemplo, es esposa de un ciudadano estadunidense.
Vargas dijo que no había visto a su familia “por motivos de trámites de migración, estoy en proceso de residencia”, pero su mamá desde Tijuana tampoco había solicitado visa.
El abrazo y un “”te quiero papá” que dio Salvador Martínez a su padre fue uno de los más emotivos, hasta algunos periodistas de ambos lados de la frontera lloraron, pero la realidad es un tanto distinta a la que se ve en las cámaras. Don Salvador Martínez padre no ha realizado trámites, y eso es todo.
Don Salvador padre dijo que su hijo “acá él arregló un permiso; él tiene su permiso de trabajo” y le dieron un permiso adicional para que llegara sin problemas al parque.
Don Salvador padre explicó que no ha solicitado visa en Zacatecas, de donde es originario, porque tiene mucho trabajo, “pero sí vamos a hacer la lucha, para venir a ver a nuestro hijo”.
Susana del Carmen Esparza Flores vive en Tijuana y sus niños, según explicó, viven con su hermana Gabriela en San Diego, pero Gabriela es documentada y sólo necesita un pasaporte mexicano de consulado, no hay impedimento para que se vean.
Sin embargo, al unirse por la puerta de acero que se abrió, las hermanas lloraron y parecía un milagro fronterizo. Era el Día del Niño y Gabriela no trajo a la frontera a los hijos de Susana para que vieran a su mamá.
De hecho aunque fue un evento por el Día del Niño, todos los que se reunieron fueron adultos.
Encima, el reverendo John Fanestil, quien oficia una ceremonia religiosa desde la barda cada domingo para feligreses de ambos lados de la frontera, explicó que a escasos 15 metros de la pequeña puerta que se abrió la barda está formada de barrotes separados, donde las familias podrían abrazarse y tocarse cada fin de semana bajo supervisión de la patrulla fronteriza.
“Cada semana vienen unas 40 familias, en un año vinieron en promedio 45, estamos hablando de 2,500 familiares que llegan a este punto desde lugares tan distantes como Nueva York y la frontera con Guatemala y que podrían verse ente esos barrotes si la patrulla tiene la voluntad de permitirles y supervisarlos”, dijo Fanestil.
El director del grupo Ángeles de la Frontera, Enrique Morones, explicó que su agrupación fue la que convocó a que las familias solicitaran que se les incluyera en el evento “pero todos los eligió la patrulla fronteriza”.
Morones dijo que su grupo ayudó al solicitar un permiso al Departamento de Parques de California, pero si los numerosos periodistas hubieran entrado por su cuenta, tal y como hacemos a menudo al caminar unos 45 minutos al parque, el permiso habría sido innecesario.
Lo que pasó es que la patrulla esta vez también controló el acceso de la prensa, y obligó a que los reporteros fueran trasladados en caravana de vehículos.
Christian Ramírez, el director de la Coalición de Comunidades Fronterizas, entre otros dirigentes locales, dijo sentirse indignado por el evento y el control por parte de la patrulla fronteriza.
Ha sido el evento con mayor cubertura periodística del año en el parque y la patrulla fronteriza se vio como una agencia federal con sentido humanitario.
Ramírez dijo que la patrulla es una “dependencia policiaca acostumbrada a la violencia y a la impunidad; no puede borrar con un solo acto, la larga y multiplicada lista de vejaciones y abusos”.
Manuel Ocaño
Ellatinoonline.com