Cientos de refugiados haitianos que llegaron a Tijuana el domingo ya no quisieron ir a refugios, prefirieron dormir en la calle para asegurar su lugar para pedir una cita para pasar a la garita de San Ysidro a presentar sus casos en busca de asilo.
Por las mañanas, en cuanto se levantan comienzan los jaloneos por conservar su lugar en una fila que la policía de Tijuana apenas demarcó con cinta preventiva amarilla.
Nadie sabe lo que entre ellos se dicen desesperados pues pocos hablan francés y la mayoría se comunica en criollo.
Todavía en su desesperación no han llegado a pelearse, pero de acuerdo con Margarita Andonaeli, del desayunador del Padre Chava, donde los refugiados desayunan, la tensión va en aumento.
Cuando se encuentran formados fuera del desayunador las autoridades federales pasan a uno por uno a los refugiados para darles “fichas”, citas que especifican el día y la hora en que las autoridades estadunidenses les recibirán en la garita para revisar sus casos por turnos.
Pero el problema, de acuerdo con voluntarios, es que mientras que a Tijuana pueden llegar entre 600 y mil refugiados como sucedió este domingo, las autoridades estadunidenses reciben a cien personas, y se hace un cuello de botella con miles de aspirantes en Tijuana.
A las condiciones en Tijuana se suma además desde este mes la posibilidad de que al negarles el asilo los manden deportados a Haití. En San Diego ya se dio un caso de una familia en la que algunos de sus miembros fueron deportados y oros permanecen en el condado.
Manuel Ocaño
Ellatinoonline.com