Si hay una palabra mágica que abra las puertas y acerque los corazones, esa es “gracias”. Pronunciarla nos libera de las ataduras emocionales, nos proporciona una vida mas feliz, pero a la mayoría nos cuesta decirla de forma. ¿Es su caso?.
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— Según un estudio de la Universidad Estatal de Florida en Tallahassee (Estados Unidos), “agradecer beneficia las relaciones, porque hace que la persona que las da se sienta más responsable del bienestar de quien las recibe, y que vea a los demás desde una perspectiva más positiva “.
— “Cuando usted manifiesta su gratitud a alguien, se centra en las cosas buenas que ha hecho esa persona por usted. Esto hace que vea a sus semejantes desde una perspectiva más positiva y le ayuda a centrarse en los atributos buenos”, ha señalado el investigador Nathaniel Lambert, que dirigió el trabajo.
— Según el psicólogo clínico José Elías, “hay que agradecer cuando el favor que nos hacen es desinteresado y tiene que ser en consonancia con lo que han hecho por nosotros. No hay que dar las gracias cuando lo realizado lleva implícito, de entrada, una compensación, pago, recompensa o acuerdo de algún tipo.
Expresar gratitud beneficia, tanto a quien da las gracias como a quien las recibe, y puede ayudar fortalecer y mejorar nuestras relaciones con otras personas cuando no estamos satisfechos con ellas o el vínculo no pasa por un buen momento.
Lo afirma un estudio dirigido por el investigador Nathaniel Lambert, de la Universidad Estatal de Florida en Tallahassee (Estados Unidos), según el cual “agradecer beneficia las relaciones, porque hace que la persona que las da se sienta más responsable del bienestar de quien las recibe, y que vea a los demás desde una perspectiva más positiva “.
La gratitud, cuando se expresa, mejora el sentimiento de comunidad, es decir el grado de responsabilidad que una pareja o un amigo siente hacia el otro, de acuerdo con el autor principal del estudio publicado en Psychological Science.
“Cuando usted manifiesta su gratitud a alguien, se centra en las cosas buenas que ha hecho esa persona por usted. Esto hace que vea a sus semejantes desde una perspectiva más positiva y le ayuda a centrarse en los atributos buenos”, ha señalado Lambert.
“La persona que ofrece su reconocimiento a otra percibe que la receptora merece que se hagan sacrificios por ella y más esfuerzos para ayudarla”, ha explicado Lambert, quien afirma que “las personas que reciben palabras de agradecimiento también quieren luego mostrar su gratitud.”
MULTIPLES BENEFICIOS.
“Las personas, en las relaciones, suelen centrarse con frecuencia en lo que la otra no hace por ellas, pero la gratitud puede cambiar ese enfoque negativo y hacerlo positivo”, agrega.
“Mostrar afabilidad une a las personas en redes de obligaciones recíprocas y es una “forma sencilla de fortalecer las relaciones que, a menudo, se pasan por alto”, según Robert Emmons, profesor de psicología de la Universidad de California Davis (EE.UU.), que investiga desde hace tiempo el concepto de la gratitud.
Sus investigaciones han demostrado que los hombres son más reacios a dar las gracias que las mujeres. Quienes deseen desarrollar el hábito pueden hacerlo dando las gracias de manera regular, incluso aunque no lo sientan, porque este acto puede conducir a la emoción”, ha dicho Emmons.
Según el psicólogo clínico y risoterapeuta José Elías, autor del libro “Guía práctica de Risoterapia”, “dar las gracias es una forma de ser respetuosa con los demás. También es una función social de respeto y de fortalecimiento de los lazos afectivos y sociales. Algunos favores requieren ofrecer unas palabras o una nota de agradecimiento, otros una nota y algo extra e, incluso, los hay que deben retribuirse con un regalo importante”.
Para Elías agradecer desinteresadamente un favor tiene sus beneficios psicológicos, porque es un acto social que representa una justa compensación emocional, más que económica, y que produce una gran satisfacción.
No obstante, según este psicólogo, agradecer puede volverse enfermizo en ocasiones, cuando compensamos a alguien sin ninguna razón, quizá por una necesidad de comprar a los demás, porque deseamos su aprobación, por inseguridad o “por si acaso” alguna vez los necesitamos”.
“Hay que agradecer cuando el favor que nos hacen es desinteresado y tiene que ser en consonancia con lo que han hecho por nosotros. No hay que dar las gracias cuando lo realizado lleva implícito, de entrada, una compensación, pago, recompensa o acuerdo de algún tipo”, señala Elías.
María Jesús Ribas