Madrid, España.- El canta-autor de Cuando un Amigo se Va, No Soy de Aquí ni Soy de Allá, Callejero, Mi Árbol y Yo, Castillos en el Aire, A partir de mañana En un Rincón del Alma, Te Llegará una Rosa y muchas más; en resumen, el que hizo de la palabra y las vivencias poesía musical, ha fallecido.
Alberto Cortez, cuyo nombre verdadero fue José Alberto García Gallo, nació en La Pampa, Argentina, el 11 de marzo de 1940 y murió hoy, jueves 4 de marzo, a los 79 años de edad, víctima de una hemorragia intestinal en el Hospital Universitario HM Puerta del Sur en la ciudad de Madrid, España.
“Quiso volar igual que las gaviotas Libre en el aire, por el aire libre
Y los demás dijeron, pobre idiota, No sabe que volar es imposible; mas él alzó sus sueños hacia el cielo Y poco a poco, fue ganando altura Y los demás, quedaron en el suelo Guardando la cordura”, es el párrafo de introducción de una de sus bellas composiciones (Castillos en el Aire), que habla por si solo de la gran creatividad e ironía que el artista imprimió en la letra de sus canciones.
A quién no se le escapó una lágrima o al menos un sentimiento de tristeza con Callejero, ese can inspirado en uno de la vida real que “era callejero, por derecho propio; su filosofía de la libertad fue ganar la suya sin atar a otros, porque sobre los otros no pasar jamás…Aunque fue de todos nunca tuvo dueño que condicionara su razón de ser libre como el viento era nuestro perro, nuestro y de la calle que lo vio nacer”.
O Mi Árbol y Yo, referente a las remembranzas de cuando de pequeño y acompañado por su padre, le tocaría presenciar aquel árbol que luego recordaría ya “con los pantalones largos, me llegó la adolescencia”
Tres piezas musicales que hablan por si mismos de la profundidad de los temas del canta-autor argentino que en su legado sólo podría ser comparado con otros grandes compositores e intépretes como Facundo Cabral (que fuera uno de sus grandes amigos), Juan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, sólo por mencionar algunos.
Su postura ante la muerte la definió en una entrevista que le hizo a la popular revista española El Clarin: “El día que venga la señora de blanco, me gustaría que llegara como llegó a Yupanqui: afinando la guitarra para un recital».