Muchas personas se han sentido abochornadas en público debido a que, en situaciones estresantes, les sudan las axilas o las manos. Este trastorno se conoce como hiperhidrosis. Según la especialista en medicina estética Dailyn González, esto se debe a una hiperactividad de las glándulas sudoríparas, que responden de manera exagerada a estímulos nerviosos, generando una producción de sudor mayor a la necesaria para la regulación térmica del cuerpo.
La especialista precisa que esta condición, además de ser incómoda, genera dificultades en la vida social, afectando la confianza y el bienestar emocional.
También puede ocasionar irritaciones cutáneas, eccemas y otras molestias derivadas de la humedad constante en la piel.
Uno de los métodos más eficaces y menos invasivos para controlar la hiperhidrosis es el uso de la toxina botulínica, más conocida como bótox.
Este tratamiento debe realizarse siempre bajo la supervisión de un profesional con licencia y experiencia probada en medicina estética.
El tratamiento consiste en la aplicación de microinyecciones en las áreas afectadas, bloqueando la señal nerviosa que estimula la producción de sudor. El procedimiento es rápido, mínimamente invasivo y, cuando se realiza bajo la supervisión de un especialista, es seguro para el paciente.
Existen cinco tipos de toxinas, y todas son efectivas para este tipo de procedimiento. La toxina puede generar un cambio notable en la persona, no solo en las axilas, sino también en las manos y los pies. En las manos, el procedimiento debe realizarse con más cuidado para no comprometer la función del movimiento, evitando inyectar una cantidad excesiva.
En algunos casos, la sudoración puede reducirse hasta un 70% con una sola sesión, aunque algunas personas requieren una segunda. La inyección en este tratamiento es superficial y se realiza tras la colocación de anestesia en la zona. Generalmente, la toxina comienza a mostrar resultados en un plazo de 15 días, alcanzando su efecto final después de ese tiempo.
Los resultados pueden durar entre tres y seis meses, pero con tratamientos periódicos cada seis meses, los efectos pueden prolongarse hasta un año. A medida que se realizan más sesiones, la sudoración tiende a reducirse aún más.
Un dato interesante es que, a diferencia del rostro, con las aplicaciones recurrentes la sudoración se reduce por un período considerablemente más largo.
El bótox tiene muchas aplicaciones adicionales más allá de la estética. Recientemente, se atendió a una mujer que, tras una cirugía mandibular, experimentaba dolor, el cual se alivió mediante el uso de bótox, ayudando a relajar los músculos maseteros. La toxina también se utiliza para tratar el bruxismo y aliviar las migrañas.
Para quienes están considerando un tratamiento para la sudoración excesiva, se recomienda estudiar bien la opción y consultar con el especialista adecuado.

