La señora Graciela platicó a El Latino que sintió pavor cuando su esposo, un sicario del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJGN) le llamó desde Michoacán para amenazarla y advertirle que tenía la dirección del lugar donde se encuentra en Tijuana.

“Me dijo que iba a venir a matar enfrente de mí a mis dos hijos –de dos y tres años de edad–, que los iba a torturar y a matar enfrente de mí, para verme sufrir”, comentó la señora de unos 25 años de edad.

“Me ha estado mandando videos horribles,y me ha dicho que así nos va a matar”, dijo con notable nerviosismo. Las amenazas del sicario son contra sus propios hijos, y su esposa. 

La señora explicó que la única persona de su familia que seguía en Michoacán era su hermana mayor, y, por seguridad, desde que llegó a Tijuana hace unas semanas, evitó mencionarle dónde exactamente se encuentra con sus hijos.

En Michoacán el marido ya había ido a golpear a su cuñada para obligarla a informar dónde están Graciela y los niños, pero la joven desconocía su paradero. Graciela se casó hace cinco años. Cuando se enteró de las actividades de su esposo con el CJNG fue en el 2019 y para entonces el hombre ya llevaba alrededor de un año reclutado.

Comentó que si marido es actualmente totalmente distinto al hombre con el que se casó.

Graciela explicó que la única posibilidad de que su esposo la ubicara fue por declaraciones que dio en una denuncia ante la Fiscalía General del Estado de Baja California (FGEBC) en Tijuana.

“Para la denuncia me pidieron mi nombre, el nombre de mi esposo, y la dirección del albergue”, recordó.

Dos días después de presentar esa denuncia comenzó a recibir amenazas de su marido por teléfono. “Ya sé dónde estás en Tijuana. Te voy a ir a matar hija de … No te la vas a acabar”, dijo el hombre en un mensaje en que, entre insultos. 

De inmediato la joven madre llamó por teléfono a su hermana para alertarla. “Me dio mucho miedo de que (el esposo) fuera a buscarla” para hacerle algo en represalia, dijo Graciela.

A la hermana le tomó solo un momento salir de su casa y el momento de la entrevista ya viajaba rumbo a Tijuana a reunirse con Graciela, a quien enviaron a otro albergue, uno de seguridad.

La Fiscalía General del Estado en Tijuana confirmó a El latino que cuando se presentó la denuncia en Baja California, “se envió un oficio de colaboración a Michoacán”, que incluye la información local de la denunciante.

De acuerdo con fuentes de la fiscalía, se trata de un procedimiento regular de colaboración entre fiscalías estatales.

El director del albergue donde Graciela se encontraba hasta hace unos días, Albert Rivera, dijo que, en su opinión, por seguridad de miles de personas desplazadas por la violencia que han huido, principalmente de Michoacán y Guerrero, a Tijuana, se podría modificar ese requisito del fuero común de compartir información.

“Es un procedimiento burocrático, pero como pone en riesgo la vida de las personas que huyen, tal vez por sentido común o como un gesto humanitario las fiscalías de otros estados podrían dejar de enviar la información a la fiscalía en Michoacán”, dijo Rivera.

Advirtió que el su albergue hay unas 280 personas, entre ellas por lo menos cien niños, y un atentado pondría en riesgo a todos, y sería difícil demostrar por qué atacarían.

“Es una situación difícil para todos porque, por ejemplo en este caso, la señora Lorena se aseguró de no darle a nadie su información de Tijuana; se la dio solamente a la fiscalía, confiando porque es la autoridad, y ya a poco tiempo su marido le repite la dirección donde estamos”, dijo Rivera.

Comentó que conoce otros casos en los que las personas que huyeron para salvar sus vidas son ubicadas también después de declarar en denuncias.

Rosa, una joven de Baja California Sur que fue ultrajada sexualmente por sicarios de quienes pudo escapar a Tijuana también presentó una denuncia ante la fiscalía estatal en Tijuana, un procedimiento que necesita para solicitar asilo a Estados Unidos.

Dos días después de esa denuncia, los delincuentes buscaron a la mamá de Rosa en un centro vacacional en Baja California Sur y la agredieron con armas de filo y golpes.

“Mi mamá no ha podido salir de ahí porque mi papá está desaparecido y espera que mi papá regrese”, dijo Rosa, “pero tengo mucho miedo que por denunciarlos, le vayan a hacer algo peor”.

A Tijuana han llegado por lo menos 15,000 michoacanos que huyen de la actual ola de violencia entre carteles en el estado, de acuerdo con una organización católica que ayuda  en Tijuana a los desplazados michoacanos.