By Saranac Hale Spencer

Compendio SciCheck 

El periodista deportivo estadounidense, Grant Wahl, murió inesperadamente mientras cubría la Copa del Mundo de fútbol en Qatar, y los propagadores de desinformación sobre las vacunas han sugerido que su muerte fue causada por las vacunas contra el COVID-19. En realidad, murió por la rotura de un aneurisma aórtico que no sabía que tenía.

¿Cómo sabemos que las vacunas son seguras?


Historia completa

Grant Wahl, un periodista deportivo estadounidense, murió de un aneurisma mientras cubría la Copa del Mundo de fútbol en Qatar. Tenía 49 años.

Wahl cayó muerto el 9 de diciembre durante el partido de cuartos de final entre Argentina y Holanda, pero la causa de su muerte no se comunicó hasta cinco días después, una vez que la Oficina del Médico Forense de Nueva York efectuó la autopsia.

Mientras tanto, cuentas que propagan desinformación sobre las vacunas en las redes sociales compartieron publicaciones que sugerían que su muerte había sido causada por las vacunas contra el COVID-19, a pesar de no contar con pruebas que respaldaran esta afirmación.

Muchas de las publicaciones se referían a una afirmación arraigada, pero infundada, de que las vacunas contra el COVID-19 han causado la muerte súbita de personas, principalmente jóvenes y deportistas. Hace poco escribimos sobre un video viral titulado “Died Suddenly” (Murió repentinamente) que se basa en el mismo rumor para propagar una extensa teoría conspirativa sobre la despoblación mundial.

Pero no hay pruebas de que Wahl muriera a causa de las vacunas. Al contrario, murió por “la rotura de un aneurisma de aorta ascendente con hemopericardio de crecimiento lento y no detectado”, escribió su esposa, la Dra. Céline Gounder, en una publicación en su Substack el 14 de diciembre.

Grant Wahl (a la derecha) trabaja en el centro de prensa de la FIFA en la Copa del Mundo de la FIFA Qatar 2022 el 21 de noviembre. Foto de Doug Zimmerman via Getty Images.

“La presión en el pecho que experimentó poco antes de su muerte pudo haber sido parte de los síntomas iniciales”, escribió. “Ni la reanimación cardiopulmonar ni las descargas le habrían salvado. Su muerte no estuvo relacionada con el COVID. Su muerte no tuvo relación con su estado de vacunación. No hubo nada sospechoso en torno a su muerte”.

Gounder, miembro de la Kaiser Family Foundation y colaboradora médica de CBS News, explicó en CBS Mornings lo que significa tener un aneurisma aórtico. La aorta, dijo, es “el gran vaso sanguíneo que sale del corazón, una especie de tronco de todos los vasos sanguíneos”, y un aneurisma se produce cuando un vaso sanguíneo se hincha. Si la pared del vaso está especialmente debilitada, puede romperse, que es lo que le ocurrió a Wahl.

“Es una de esas cosas que probablemente llevaban años fraguándose y, por la razón que sea, ocurrió en ese momento”, dijo Gounder.

Titulares prestados, pero sin respaldo

A pesar de la explicación de Gounder, las afirmaciones que intentan relacionar la muerte de Wahl con las vacunas persistieron en las redes sociales, y Alex Berenson, un exreportero del New York Times que ha difundido dudosas afirmaciones sobre las vacunas durante la pandemia, se unió a la polémica.

Poco después de que Gounder publicara en Substack, Berenson tuiteó, entre otros: “Es horrible hablar de esto, pero la arteritis de células gigantes representa un factor de riesgo tanto para el aneurisma que le mató como un efecto secundario de las inyecciones de ARNm”.

Berenson incluyó capturas de pantalla de varios titulares, aparentemente para apoyar su afirmación.

La primera era una captura de pantalla del mensaje de Gounder en el que informaba de que la causa de muerte había sido un aneurisma aórtico ascendente.

La segunda era una captura de pantalla de una página de Medical News Today que ofrecía una descripción general de los aneurismas de aorta ascendente. La sección que describe lo que puede causar un episodio de este tipo dice: “Los aneurismas pueden estar causados por cualquier cosa que debilite las paredes aórticas. Varios factores pueden contribuir al desarrollo de un aneurisma de aorta ascendente y otros tipos de aneurismas”.

La página continuaba enumerando algunos de esos factores contribuyentes. Entre ellos: la aterosclerosis, que se produce cuando se acumula placa en las paredes arteriales e incluye factores de riesgo como el colesterol alto y la hipertensión arterial; problemas en la válvula aórtica, como cuando una persona nace con menos válvulas de lo normal para regular el flujo sanguíneo; enfermedades genéticas, como el síndrome de Marfan, los trastornos de Ehlers-Danlos y el síndrome de Loeys-Dietz; y enfermedades inflamatorias, como la arteritis de células gigantes y la arteritis de Takayasu.

Sin embargo, la única parte que Berenson incluyó en la captura de pantalla fue esta: “Las enfermedades inflamatorias que pueden aumentar el riesgo de aneurisma de aorta torácica son la arteritis de células gigantes y la arteritis de Takayasu”.

Según el New York Times, los médicos están investigando si Wahl pudo padecer el síndrome de Marfan, que puede provocar que una persona sea alta y delgada con brazos largos, como Wahl.

Las dos últimas capturas de pantalla son los titulares de dos breves artículos de la bibliografía médica que plantean la posibilidad de una conexión entre las vacunas contra el COVID-19 y la arteritis de células gigantes, o GCA por sus siglas en inglés. La GCA es una enfermedad tratable en personas mayores que consiste en una inflamación de los vasos sanguíneos.

Una es una carta al editor, publicada en febrero en Clinical Rheumatology (Reumatología Clínica) por seis médicos españoles, que describe a una mujer de 83 años que desarrolló GCA tras recibir su primera dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech. Sometida a tratamiento, la mujer recibió con éxito la segunda dosis de la vacuna y estaba en remisión.

La carta hace un llamamiento para que se realicen más estudios y concluye: “Creemos que, aunque la incidencia global de autoinmunidad desencadenada por las vacunas es baja, las vacunaciones deberían continuar según lo previsto. Sin embargo, los reumatólogos de todo el mundo deben ser conscientes de que las enfermedades autoinmunes son un nuevo evento adverso potencial de las vacunas de ARNm”.

La otra captura de pantalla es de dos párrafos de un informe de un caso publicado en la revista médica QJM sobre un hombre de 74 años que desarrolló una tos prolongada y fue diagnosticado con GCA después de recibir su tercera dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech. Sus síntomas mejoraron con un tratamiento.

Aunque existen algunos informes de casos de GCA diagnosticados tras la vacunación contra el COVID-19,  es prematuro que Berenson afirme que la GCA es un efecto secundario de la vacunación contra el COVID-19, y más aún relacionar la enfermedad con la muerte de Wahl. 

Un estudio de farmacovigilancia a mayor escala encontró una posible señal de seguridad de un mayor riesgo de GCA tras la vacunación, aunque el riesgo era menor que el observado con las vacunas contra la influenza. Pero incluso ese estudio advirtió que sus hallazgos eran preliminares.

“Se necesitan más datos para confirmar esta señal”, concluyó. “No obstante, los beneficios de las vacunas contra el COVID-19 superan con creces este riesgo potencial, que parece muy poco frecuente en relación con los miles de millones de dosis administradas hasta la fecha”.

Lo único que ha hecho Berenson es escoger partes de páginas de internet a su antojo para crear lo que parece una relación entre las vacunas y la dolencia que mató a Wahl. Pero ninguna de las referencias que cita establece una relación causal y, como dice la primera, los aneurismas pueden estar causados por muchos factores distintos.

Cabe señalar que la edad media de quienes padecen GCA es de 72 años, según el Centro de Vasculitis Johns Hopkins. Casi todos los que la padecen tienen más de 50 años y es entre dos y tres veces más frecuente en mujeres que en hombres.

Al igual que otras afirmaciones similares que han intentado relacionar la muerte de varias personas con las vacunas contra el COVID-19, no hay pruebas que relacionen la muerte de Wahl con las vacunas.


Traducido por Elena de la Cruz

Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre las decisiones editoriales de FactCheck.org, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.