Horacio Rentería

Horacio.renteria@ellatino.net

“La crisis económica ha impactado a toda la comunidad estadounidense.

Lamentablemente, algunos aprovechan este ambiente de incertidumbre

para despreciar al migrante y aún culparlo por esta crisis”.

Esto fue expresado por los Arzobisptos Católicos Hispanos en Estados Unidos

en una carta que los representantes de la grey católica dieron a conocer

con motivo de la celebración del Día de la Virgen de Guadalupe, el lunes 12

de diciembre.

La sustancia de la carta surgió, sin embargo, de la reunión de la Conferencia

de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) efectuada en la ciudad de

Baltimore del 14 al 16 de noviembre.

“Reconocemos que en ocasión las acciones tomadas con respecto a los

inmigrantes les ha llevado a sentirse ignorados y abandonados, incluyendo

cuando no se han escuchado voces que se levanten ante las falsedades que

se promueven dentro de nuestra sociedad”, sostienen los obispos..

Y precisan que “por medio de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados

Unidos (USCCB) hemos abogado ante el Congreso estadounidense

por un cambio a la ley de inmigración que respete la unidad de la familia, e

incluya pasos ordenados y razonables para que personas sin documentos

puedan obtener la ciudadanía”.

“Sembrar el odio no nos lleva a remediar la crisis”, consideran, al hacer un

llamado a que ‘encontraremos el remedio en la solidaridad entre todos los

trabajadores y colaboradores—inmigrantes y ciudadanos—que conviven

en los Estados Unidos”.

“Nosotros los obispos hispanos/latinos de Estados Unidos abajo firmantes

les hacemos saber a quienes se encuentran en nuestro país sin papeles que

no están solos ni olvidados”, sostienen.

Su visión de la reforma migratoria

‘La nueva ley”, coinciden los obispos latinos, “deberá incluir un programa

de visas para trabajadores que respete los derechos humanos de los inmigrantes,

les provea las necesidades básicas para vivir y facilite su ingreso a

nuestro país para trabajar en un ambiente seguro y ordenado”

Asimismo, continuamos abogando por la justicia económica global que

facilite el empleo de nuestros hermanos y hermanas en su tierra de origen y

les provea lo suficiente para vivir con dignidad.

El pueblo inmigrante es una fuerza revitalizadora para el país. La falta de

una reforma migratoria justa, humana y eficaz debilita el bien común de

toda la unión americana.

“En sus rostros vemos el rostro verdadero de Jesucrito”

“En sus rostros sufrientes”, continúan los obispos en su misiva dirigida a

los inmigrantes latinos, “vemos el rostro verdadero de Jesucristo. Sabemos

muy bien el gran sacrificio que hacen por el bien de sus familias. Muchos de

ustedes hacen los trabajos más difíciles, con sueldos miserables y sin seguro

de salud o prestaciones salariales o sociales. A pesar de sus contribuciones

al bienestar de nuestro país, en lugar de ofrecerles gratitud, se les trata como

criminales porque han violado la ley de inmigración actual”.

“Reconocemos que todo ser humano, documentado o no, es imagen de

Dios y por lo tanto tiene un valor y dignidad infinitos”, prosigue el escrito,.”les

abrimos nuestros brazos y nuestro corazón y los recibimos como miembros

de nuestra familia católica. Como pastores, les dirigimos estas palabras desde

lo más profundo de nuestro corazón”.

“Conscientes del dolor que a las familias causan las deportaciones”

Estamos también muy conscientes del dolor de las familias que han sufrido

la deportación de alguno de sus miembros; de la frustración de los jóvenes

que han crecido en este país y cuyos sueños son truncados por su estatus

migratorio; de la ansiedad de aquellos que están en espera de la aprobación

de su petición de residencia permanente; y de la angustia de quienes viven

cada día bajo la amenaza de ser deportados. Todas estas situaciones claman

a Dios por una solución digna y humana.

Entre los firmantes se encujentran los Arzobispos de Los Angeles, San Antonio

y San Bernardino, José H. Gómez, Gustavo García-Siller, Gerald R. Barnes,

en una lista de más de 30 altos dignatarios latinos de la Iglesia Católica

en Estados Unidos.