Washington, 24 ene (EFE).- Tras 18 debates entre los aspirantes a la candidatura presidencial republicana, el exgobernador de Massachusetts, Mitt Romney, ha salido con la solución más risible e inviable para la inmigración ilegal: la «autodeportación».
Esa idea surgió la noche del lunes durante el primero de dos debates que los candidatos republicanos tendrán en Florida de cara a las primarias del próximo 31 de enero, y de inmediato suscitó una andanada de reacciones en las redes sociales en internet.
Romney no apoya una reforma migratoria para los once millones de indocumentados e insiste en que éstos deben salir del país y «ponerse en cola» para solicitar desde fuera una visa legal.
Preguntado sobre cómo se aseguraría la expulsión de los indocumentados, Romney contestó: «la respuesta está en la autodeportación», lo que provocó risas de la audiencia.
Cuando no tienen empleo o documentos, se regresarán a sus países y es entonces cuando EEUU les permitiría que se pongan al final de la cola hasta que lleguen al frente, explicó.
A lo que en realidad se refería Romney, sin decirlo, es la «guerra de desgaste» que desde hace varios años impulsan algunos republicanos en el Congreso y grupos conservadores afines, que consideran que al cerrarse el grifo de empleos en EEUU, los indocumentados por voluntad propia saldrán del país.
Sus comentarios, según activistas de la comunidad inmigrante, demuestran una ignorancia de los problemas que aquejan al sistema de inmigración de Estados Unidos, y las trabas que afrontan muchos para conseguir una visa de forma legal.
Un estudiante extranjero que entra al país con una visa, por ejemplo, tiene casi nulas posibilidades de quedarse legalmente en EE.UU. al concluir sus estudios. Esos ni siquiera podrían ampararse al «Dream Act» un proyecto de ley que permitiría la legalización de estudiantes indocumentados.
La política migratoria de Romney es cada vez más clara: cero tolerancia a los inmigrantes indocumentados, más sanciones para empresas que los contraten a sabiendas y el apoyo a leyes estatales que asfixien su existir en Estados Unidos.
Es decir, ahora Romney ha dejado en claro que, si gana la candidatura presidencial republicana y si llega a la Casa Blanca -algo cuestionable por ahora-, apoyaría una «purga» de millones de familias inmigrantes, como exige la ultraderecha del Partido Republicano, señaló hoy Frank Sharry, director ejecutivo del grupo «America’s Voice».
Su victoria es el sueño de grupos anti-inmigrantes como NumbersUSA y de líderes republicanos como el secretario de Estado de Kansas, Kris Kobach, quien ha sido la mano invisible detrás de sendas leyes en Arizona y Alabama que buscan estrechar el cerco contra los indocumentados.
Peor aún, durante el debate, tanto Romney como el expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich reiteraron su oposición al «Dream Act» para legalizar a buena parte de los estudiantes indocumentados en este país. La única excepción que ambos harían, según explicaron, es que se permita la legalización de los que se inscriban en las Fuerzas Armadas.
Es decir, sólo si sirven de carne de cañón podrían aspirar a ponerse en cola para solicitar un permiso legal.
Para Sharry, resulta contradictorio que los candidatos, que tanto hablan de promover las oportunidades económicas y la innovación, no quieran respaldar un proyecto de ley que justamente beneficiará al crecimiento económico de Estados Unidos.
Estos jóvenes se han criado y educado en EEUU, y muchos ni siquiera hablan el idioma nativo de sus padres. Su legalización permitiría que contribuyan a la mejora del país, a través de sus conocimientos, destrezas, y el pago de impuestos.
El Sindicato Internacional de Trabajadores de Servicios (SEIU, en inglés), que se ha decantado por el presidente Barack Obama, anunció hoy mismo una campaña publicitaria conjunta con el grupo Priorities USA Action para «destacar las dos caretas de Mitt Romney».
«El señor Romney ha lanzado anuncios en los medios en español para tratar de convencer a la comunidad de que él comparte nuestros valores, pero su historial en (las áreas de) empleos, inmigración y educación pinta una historia enormemente diferente», dijo SEIU en un comunicado.
A Romney y a sus tres rivales se les ha olvidado que el camino a la Casa Blanca pasa por el 40% del voto hispano, que no es poca cosa en estados bisagra como Florida, Colorado, Nevada, Nuevo México y Arizona.