Cuando pensaba que estaba a salvo de la mara en Honduras, porque ya huía por territorio mexicano rumbo al norte, José Mercedes Torres González cayó de pronto a las ruedas del tren “La bestia” y sintió casi que moría.

“Morí en parte, perdí la pierna izquierda”, dijo con un dejo de tristeza. Estaba en el estado de Tabasco en México. Había hablado a su esposa e hijos esa mañana para decirles que todo marchaba sobre ruedas y sorpresivamente ya no era así porque fue llevado a un hospital donde le amputaron la pierna.

Cuando le ofrecieron asistencia legal para permanecer en México, optó por la deportación voluntaria a Honduras. “Allá por lo menos podía pedir que me ayudaran a conseguir mi prótesis”, una pierna metálica que deja a la vista sin pena.

Pero José Mercedes ya no encontró en Honduras todo el apoyo que esperaba. Se le dificultó trabajar con su pierna de metal. Sus relaciones se distanciaron. Su esposa terminó pro separarse con los niños. Y para complicar más, las pandillas de las que inicialmente huyó en el 2004 cuanto tuvo el accidente no lo dejaron en paz.

Como pudo, platica ahora, reunió recursos para lanzarse nuevamente este año a tratar de llegar a Estados Unidos. Salió de su casa hace seis meses, hizo tres de camino hasta Tijuana y lleva tres meses más en un refugio del Ejército de Salvación en la popular colonia La Libertad de Tijuana.

Aunque a veces surgen rivalidades entre centroamericanos y mexicanos, para José Mercedes la realidad es distinta.

“Yo no sé qué haría sin los mexicanos. Me tratan bien, me levantan el ánimo, me han dicho que soy un ejemplo porque después de tanto golpe aquí estoy de nuevo, hasta sin una pierna y no me rindo”, platica.

Aunque cuando platica por momentos siente tristeza y le gana un poco el llanto, a José Mercedes le gusta decir una frase entre broma y pensamiento profundo: “a los mexicanos les digo que ya una parte mía se quedó por siempre en su país, y es cierto, porque mi pierna está enterrada en México”.

El capitán Isaac Medina del Ejército de salvación permite que José Mercedes colabore con el refugio para que esté ocupado y no se entristezca, porque además le gusta ayudar a otros.

Si alguien llega al refugio se encuentra con el hondureño tras una puerta cerrada donde pregunta por radio si puede pasar quien llama a la puerta.

Y si platica un poco con José Mercedes, sabrá que ha sido un buen estudiante, que estaba en una escuela y otra gracias a una beca. Que es trabajador.

Entonces ¿por qué no se quedó esta vez en Honduras y aprovechó que al menos tenía conocidos?

Por la misma razón por la que huyó la primera vez y cayó a las ruedas de “la bestia”, responde el hondureño, “las pandillas me siguen acosando y lastimando y ahora es peor, porque sin mi pierna soy más vulnerable”.

Por eso quiere llegar a Estados Unidos a solicitar refugio. Su mayor ilusión, dice, es estudiar en Estados Unidos y ayudar a sus hijos en Honduras, procurar darles seguridad aun en la distancia, pero primero tiene que cruzar la frontera “por las buenas”.

Y mire, dijo con un tono esperanzado, si va a escribir eso en el periódico, diga que soy muy trabajador, que soy buen estudiante, que a la mejor sólo necesito que me ayude un abogado y que no se preocupe, yole voy a pagar al abogado que me ayude… en cuanto pueda.

Manuel Ocaño

Ellatinoonline.com