Muchos padres están preocupados debido a los recientes brotes de sarampión. La mayoría de las personas que se enfermaron no estaban vacunadas contra el sarampión.  Esto es un importante recordatorio de la importancia que tienen las vacunas.

Anteriormente el sarampión era una a enfermedad común de la infancia y algo que se pensaba casi formaba parte del crecimiento. Aunque la mayoría de los niños se recuperaban del sarampión sin problemas, muchos otros no. En algunos niños, la infección causaba pulmonía y en otros pocos, encefalitis (infección del cerebro) e incluso la muerte. De cada 1,000 personas que les daba sarampión, de 1 a 2 morían. Antes de que la vacuna contra el sarampión  estuviera disponible, un promedio de 450 personas morían de sarampión anualmente; la mayoría de estas personas eran niños sanos.

En los últimos años algunos padres han rehusado o han retrasado las vacunas de sus niños debido a temores o por falsa información sobre la seguridad de la vacunas contra el sarampión. Por esta razón hay más niños, adolescentes y adultos sin vacunar en nuestras comunidades. Cuando se opta por no vacunar a los niños no sólo los deja a ellos susceptibles al sarampión, sino que también expone a otros niños al sarampión. Esto incluye a los bebés que son muy pequeños para ser vacunados y a otros que no puedan ser vacunados debido a algunos problemas de salud. Además, el sarampión sigue siendo una enfermedad común y los brotes grandes todavía ocurren en muchas otras partes del mundo.

¿Cómo se propaga el sarampión?

El virus del sarampión se propaga fácilmente a través del aire cuando una persona infectada estornuda o tose y alguien que está cerca inhala las gotitas infectadas. Puede también ser transmitido por el contacto directo con los líquidos de la nariz o de la boca de una persona infectada. Es uno de los agentes más infecciosos conocidos por el hombre.

La mayoría de los brotes recientes en los EE.UU. se presentaba cuando una persona de EE.UU. sin vacunar  viajaba a otro país con brotes de sarampión y traía la infección de nuevo a los EE.UU. El sarampión es muy contagioso y el virus puede vivir hasta dos horas en superficies que han tocado los personas infectadas o en el aire donde pudieron haber tosido o  estornudado. Consecuentemente, cualquier persona en un aeropuerto o un lugar concurrido, como lo es un parque de atracciones, tiene la posibilidad de entrar en contacto con el sarampión. 

Una vacuna muy segura

Sí, es bastante segura. Una vacuna, como cualquier otro medicamento, puede causar efectos secundarios pero estos son generalmente leves, por ejemplo: dolor o hinchazón en el sitio de la inyección y fiebre que dura de un día o dos. El riesgo de que la vacuna contra el sarampión cause un daño serio es sumamente pequeño. Aplicarse la vacuna contra el sarampión es mucho más seguro que enfermarse con la infección del sarampión.

¿Cuáles son los síntomas del sarampión?

El síntoma del sarampión más reconocido es una fiebre muy alta acompañado por un sarpullido de manchas rojas o parduscas, aunque no es el único síntoma.

Antes de que aparezca la erupción o sarpullido, los niños con sarampión tienen síntomas parecidos a los del resfriado, incluyendo:

• Tos

• Goteo nasal

• Fiebre

• Ojos rojos, llorosos

Estos síntomas tienden a empeorar del primer al tercer día de la enfermedad.

¿Cuándo se les debe aplicar a los niños la vacuna contra el sarampión?

La American Academy of Pediatrics  (AAP), Los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CCD), y la Academia Americana de Médicos de Familia recomiendan que todos los niños deben recibir la vacuna MMR de los 12-15 meses de edad, y otra vez de los 4-6 años de edad. Los niños pueden recibir la segunda dosis antes, siempre y cuando sea por lo menos 28 días después de recibir la primera dosis.

Los altos índices de inmunización en una comunidad protegen a los que son muy jóvenes para ser vacunados, incluyendo a los bebés menores de 12 meses de la edad. Estos bebés corren el riesgo más alto de enfermarse de gravedad, de ser hospitalizados, y de morir por causa del sarampión.

*Con información de la Academia de Pediatría Americana