En abril, Minna Buck revisó un documento que especificaba sus deseos en caso de enfermar gravemente.

“Sin intubación”, escribió en letras grandes en el formulario, asegurándose de incluir la fecha y sus iniciales.

Buck, de 91 años, había estado siguiendo las noticias sobre COVID-19. Sabía que sus posibilidades de sobrevivir a un ataque grave de la enfermedad eran escasas. Y quería asegurarse de que no la pondrían en un ventilador bajo ninguna circunstancia.

“No quiero que nadie pase por esa angustia”, dijo Buck, quien vive en una comunidad de vida asistida.

Para los adultos mayores que piensan en lo que les podría pasar durante esta pandemia, los ventiladores son un símbolo siniestro, que representan una aterradora falta de control personal, y el temible poder de la tecnología.

Utilizados en personas con insuficiencia respiratoria, una consecuencia característica de un cuadro grave de COVID-19, estas máquinas bombean oxígeno mientras la persona permanece en cama, generalmente sedada, con un tubo de respiración insertado en la tráquea (conocido como “intubación”).

Y es uno de los grandes miedos de algunas personas mayores: estar conectados, indefensos, con la muerte inminente. Para otros, existe la esperanza de que la máquina pueda sacarlos del abismo, dándoles otra oportunidad de vida.

“Soy una persona muy vital: muy activa y ocupada”, dijo Cecile Cohan, de 85 años, que no tiene condiciones pre existentes y vive independiente en una casa en su propia casa. Si se enfermera gravemente por COVID-19, dice que querría tener la oportunidad de recuperarse. “Sí, probaría con un ventilador”.

¿Qué se sabe sobre las chances de un paciente, con o sin ventilador?

Aunque hay nuevos informes de Italia y China, y más recientemente de la ciudad de Nueva York, “los datos son realmente escasos”, dijo la doctora Carolyn Calfee, profesora de anestesiología en la Universidad de California-San Francisco.

Informes iniciales sugirieron que la tasa de supervivencia de los pacientes con respiradores oscilaba entre el 14% (Wuhan, China) y el 34% (datos iniciales del Reino Unido). Un informe del área de la ciudad de Nueva York parecía más desalentador, con una supervivencia de solo el 11,9%.

A Calfee le preocupa que los datos de estos primeros estudios no apliquen a pacientes de los Estados Unidos que reciben atención en hospitales con recursos considerables.

“La información que tenemos proviene en gran medida de entornos con enormes brechas de recursos y de hospitales que están abrumados, donde tal vez no se trate a los pacientes con un soporte de ventilación óptimo”, dijo. “Me preocuparía mucho si la gente usara esos datos para tomar decisiones sobre si quieren o no ventilación mecánica”.

Aun así, una realidad surge de los estudios publicados hasta la fecha: los adultos mayores, especialmente aquellos con afecciones médicas subyacentes como enfermedades cardíacas, renales o pulmonares, tienen menos probabilidades de sobrevivir a enfermedades críticas causadas por el coronavirus, o al tratamiento con un ventilador.

Algunos adultos mayores tienen otra preocupación: ¿qué sucede si no hay suficientes ventiladores para todos los pacientes con COVID que los necesitan?